También tengo amigos pijos, no todos van a ser perros-flautas

Con los estudiantes golpeando la chapa metálica del portón, Nicolás Ceaucescu hace todavía un patético esfuerzo. Pide un megáfono e intenta restablecer la calma, entre sus despavoridos seguidores. Al verse perdido, asciende a la azotea donde le espera un helicóptero en el que huye con Elena y alguno de sus íntimos hacia su fortificado palacete de Pipera, en las afueras de Bucarest. A esa hora todas las fábricas de la capital están ya en huelga y los obreros f1convergen hacia el centro. Los manifestantes se encaminan hacia el edificio de la televisión, no muy lejos de la embajada española. Sorprendentemente nadie les sale al encuentro, ni les intenta cortar el paso.

Todavía no conscientes de lo que ocurre, ocupan los estudios y anuncian por televisón la creación de un «Frente de Salvación Nacional» que se hara cargo del gobierno del país. En la lista de integrantes del comité que aparece a la cabeza del frente figuran dos generales, varios oficiales y todos los disidentes conocidos de Rumanía, desde la valerosa Doina Cornea al sacerdote Lazlo Tokes, quien no ha vuelto a reaparecer. Tokes, como tantos otros, fue torturado y asesinado por la «Securitate» pocas horas después de su violenta detención en Timisoara. La confusión es total y a la caída de la noche los alrededores de la televisión, la carretera del aeropuerto y la plaza del Palacio setransforman en escenario de una pavorosa batalla.

Pronto corre la noticia de que Nicu Ceausescu, el hijo favorito del dictador ha sido detenido cuando intentaba escabullirse - a- bordo de -un modesto turismo rojo.

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