Yo no lo haría

Hay unas redes, trampas, mediaciones interpretativas y de opinión que oscurecen la realidad, que nos la alejan: la Iglesia debe ser ilustrada, crítica, pero desde su propia conciencia y aportación. Por eso me preocupa su desfondamiento intelectual teológico, su falta de cultivo generoso y libre da las propias fuentes, su inmediatismo, su plegamiento a situaciones establecidas, su incapacidad para mirar lejos y programar para decenios, en distancia real a esta política de izquierdas o derechas, que desde el punto de vista cultural son idénticas. 

¡Sólo se tiene libertad desde el cultivo de los propios valores, desde un diálogo generoso que acoge y aporta, desde un reto a la vez que una respuesta!La Iglesia tiene dos tentaciones «tirar al monte» o «meterse en las catacumbas». Y hay grupos que son inciviles, premodernos, incapaces de estar radicalmente presentes como cristianos en nuestro mundo. Y hay otros que han identificado la modernidad con la secularidad absoluta, que remiten la fe al corazón y a la intimidad, que han instaurado la nofe como forma de pensar la realidad, de organizar la sociedad. Ambos yugulan el evangelio y la vida cristiana. 

Esta es configuración de la existencia entera: personal y comunitaria. Esta configuración ha de ser en libertad y en respeto, en democracia, en servicio a la conciencia y a la verdad.Quien no confía absolutamente en lo que lleva entre manos, y está siempre pendiente de su vigencia social, de su genialidad, de su eficacia, se ha degradado y perdido toda su dignidad. La Iglesia debe comenzar a pensar, creer, vivir, servir y anunciar el evangelio a fondo perdido.

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