Escondiendo problemas bajo la mesa

Estoy aquí para ayudar. No necesito demostrar nada». Jose María Castellano, con su 1,90 largo de estatura, con su perenne acento gallego, con sus brazos largos como amarras de pesquero, lo dice de veras. No hay pose. Fue durante 20 años el copiloto de Amancio Ortega en Inditex, así que a sus buenas dotes de ejecutivo se debe buena parte del milagro Zara. Ahí es nada. Hace poco más de dos meses recaló en Novagalicia Banco para sacar a flote la entidad resultante de la fusión de las cajas de su tierra.

Presidirá un grupo que está en el epicentro de la polémica por el pago de finiquitos millonarios, tras haber recibido 3.627 millones de ayudas públicas; será un preboste en un sector al que la calle corresponsabiliza de la crisis -junto a los políticos- y operará en un país asfixiado por el paro y la deuda.

Castellano no se arredra. Le da fuerzas su extenso bagaje y el sentido de la responsabilidad. También su equipo. Nada más llegar fichó a uno de los profesionales más reconocidos del sector: César González-Bueno, artífice del desembarco en España de ING. Acuden juntos a la entrevista. González-Bueno, con dos libélulas de plata como gemelos; Castellano, con el aire de catedrático que le dan las gafas colgando de un cordón. El resto del vestuario -casualidad o no- es idéntico. Cualquiera diría que es un uniforme, un mono de trabajo. En Novagalicia hay mucho por hacer. Y en España, más.

Pregunta.- La pregunta es obligada. Vistas sus trayectorias, ¿qué hacen ustedes en Novagalicia?

José María Castellano.- Uno tiene una edad determinada, ha hecho unas cosas en la vida y poco tiene que demostrar, pero tiene que ayudar. Es una labor de servicio público que toca hacerla.

César González-Bueno.- Yo estaba fuera [dirigía el negocio bancario de ING en 17 países europeos] y no me gustaba oír hablar mal de España. Cuando has estado en temas de gestión toda tu vida, lo que te gusta es hacer cosas y que funcionen. Y lo que hemos hecho en los dos últimos meses es enorme. Yo haría otra pregunta. ¿Se arrepiente de haber venido? Y la respuesta es no.

P.- Ustedes tienen dos personalidades casi antagónicas.

J. M. C.- Pero tenemos una muy buena relación profesional, y es bueno complementarse. Yo no tengo experiencia en el sector de banca pero César sí. Y aquí estamos los dos, ayudando.

P.- Se han referido a la mala imagen de nuestro país. El Banco de España dio por cerrada la reestructuración del sector financiero y el pasado lunes se intervino el Banco de Valencia. Las regiones afloran déficit no declarados. ¿Creen que fuera se piensa que España miente? ¿Puede ser que tengamos un problema de credibilidad?

J. M. C.- La cuestión está en que el problema no se afrontó al principio, cuando se debía. Lo malo es sembrar la duda. A lo mejor no hay nada más que sacar a la luz, pero la duda permanece. Y eso es lo peor de todo, no poner de manifiesto los problemas desde el inicio y no adelantarte a las soluciones. Y no nos hemos adelantado.

P.- ¿Qué se puede hacer para mejorar la confianza?

C. G. B.- Más Europa. Una institucionalización de Europa. Mucha gente lo ve de esa manera. Eso sería lo ideal. Que Europa fuese una unidad en muchos aspectos.

P.- ¿Y qué puede aportar España?

J. M. C.- España también tiene que hacer su tarea. El nuevo Gobierno, y es importante que tenga mayoría absoluta, ha de tomar decisiones. La clave es nombrar un Gobierno que tenga crédito en Europa y, desde luego, ante los españoles. Seguro que se hará.

P.- Imaginen que les llama Rajoy, ¿qué consejo le daría?

J. M. C.- Es mucha imaginación, porque seguro que no nos llama. Pero lo primero que le diría es que tiene que nombrar un equipo coherente y con gran reputación. Segundo, en nuestro país hay que hacer una labor de pedagogía muy importante, trasladar a la sociedad con claridad las cosas y explicarle lo que hay que hacer, por qué hay que hacerlo, y cómo eso nos va a ayudar a salir de la crisis en la que estamos.

P.- ¿Ven necesario que acabe este periodo de interinidad, que Rajoy vaya anunciando lo que pretende hacer, su equipo y sus prioridades?

J. M. C.- La normativa no favorece en nada la situación en la que estamos. Estamos en una situación de emergencia y hay que tomar medidas de emergencia. Sería importante que los plazos se acortaran, si es posible.

P.- ¿Ve conveniente que al menos se diga lo que se va a hacer?

J. M. C.- Creo que lo primero debe ser anunciar las personas, y luego el paquete de medidas.

P.- ¿Y que se haga ya? Ustedes tienen experiencia. Anunciaron medidas en Novagalicia antes de llegar de forma efectiva a sus puestos.

J. M. C.- Es verdad que yo estuve en la caja antes de ser banco, viendo lo que había, y cuando se creó el banco se anunció todo. Pero nuestro problema es mucho más pequeño e importante en comparación con el de España. Pero el camino puede ser ése, por qué no.

C. G. B.- Yo más que un consejo, sí haría una reflexión personal. Los primeros momentos son muy importantes. Hay que tomar muchas decisiones, a veces sin la información completa, pero es muy importante tomarlas y ejecutarlas muy rápido.

P.- ¿Hasta cuándo puede soportar España pagar un 5% por financiarse a un año, o un 7% por el largo plazo?

J. M. C.- Es un problema porque los intereses de la deuda nos suponen 36.000 millones de euros. Y si al problema de la productividad de España le añadimos un coste de financiación cuatro puntos porcentuales superior al de Alemania, o tres puntos a Francia, nos afecta mucho a la competitividad. Parte de los recursos se dedican al pago de la deuda y eso lastra a generaciones futuras. Hay que resolver esto lo antes posible.

P.- ¿Debería el Banco Central Europeo quitarse los complejos y actuar de forma más decidida?

J. M. C.- Creo que ésa no es la única solución. La solución pasa por más Europa. Se ha visto en la crisis que Europa reacciona tarde y mal, y tarda mucho en buscar soluciones. Necesitamos una Europa distinta.

C. G. B.- Hay dos opciones: una es menos Europa y otra más Europa. Pero la primera no es posible, llevaría a una situación catastrófica.

P.- ¿Creen que veremos más intervenciones como la del Banco de Valencia o son optimistas?

J. M. C.- Somos optimistas por naturaleza.

P.- ¿Y siendo realistas?

R.- Somos realistas, pero la vida hay que enfocarla con optimismo. Dedicarse a trabajar y a resolver los problemas. Esconderte debajo de la mesa no ayuda a resolver nada.

P.- ¿Y no tiene la sensación de que durante mucho tiempo se han escondido problemas bajo la mesa?

J. M. C.- Sí, y ahora van a salir muchos. Una de las ventajas que tenemos César y yo es que, como somos nuevos, podemos poner todos los problemas que nos encontremos encima de la mesa.

P.- No son rehenes de su pasado. Pero hay quien, como el Banco de España, es rehén de decisiones que ha tomado o no ha adoptado.

C. G. B.- No nos corresponde opinar de la situación de otros. Pero sí puedo decir que es sanísimo llegar a un sitio nuevo con frescura de miras y cuestionar todo sin tener que explicar tu pasado.

P.- En la banca ha habido jubilaciones de oro, créditos a interés cero a los consejeros. ¿No da la impresión de que durante un tiempo todo valía en este sector?

C. G. B.- Vamos a hacer todo el esfuerzo para que nuestra conducta sea impecable y que, desde nuestra pequeña aportación, podamos contribuir a que las cosas se normalicen y a que entidades que han tenido un prestigio enorme lo recuperen.

P.- ¿Cómo explicar que una entidad rescatada con dinero público desahucie a un cliente, un contribuyente, por deber unos miles de euros?

J. M. C.- La crisis es tremenda, pero tenemos que hacer que se cumplan los contratos.

C. G. B.- No nos han dado dinero público. El Estado ha invertido, es propietario del 93% del banco. Nuestra obligación es hacer de eso una inversión rentable, devolver el dinero corregido y aumentado.

J. M. C.- Le doy la vuelta a la pregunta. ¿Qué ocurriría si el Estado, que ha invertido 2.400 millones en la entidad, perdiese ese dinero porque no hemos hecho lo que teníamos que hacer? ¿Qué diría la sociedad?

P.- ¿Ven factible que entren inversores privados en Novagalicia?

J. M. C.- Los empresarios gallegos pondrán entre 150 y 200 millones. Luego estamos negociando con inversores institucionales americanos y con gallegos con presencia en México. De estos dos últimos tenemos cartas de compromiso y están dispuestos a invertir, pero el asunto está más verde, por así decirlo.

P.- Es evidente que cuando se habla de empresarios gallegos vienen a la mente nombres como el de Amancio Ortega, Rosalía Mera, el de Manuel Jove o el de Roberto Tojeiro.

J. M. C.- Tojeiro va a ser accionista, parte de este proyecto (ya es consejero del banco), pero prefiero no dar nombres. Alguno de los que ha citado estarán.

P.- Si captan inversores y su requisito de capital baja del 10% al 8%, ¿qué harán con el dinero sobrante?

C. G. B.- Hay vasos comunicantes entre el capital y las provisiones. Se puede hacer un saneamiento mayor. Esa podría ser la prioridad.

P.- Se ha abierto el debate de crear un banco malo. ¿Entendería la opinión pública que se saneara el balance de los bancos con más ayudas del Estado?

J. M. C.- En otros países se ha hecho. Un banco malo, per se, no es una idea buena o mala. Depende de las condiciones en que se haga.

P.- Otro asunto candente es la contracción del crédito. ¿Es la concesión de más préstamos una condición necesaria para que España salga de la crisis?

C. G. B.- Sin ninguna duda. La clave es que se abran los mercados. Pero tampoco ahora hay demanda.

P.- Y si es parte de la solución, ¿por qué la banca no presta más?

J. M. C.- Porque los mercados mayoristas están cerrados. Por eso la banca ha cerrado el crédito a familias y a empresas.

P.- ¿Hay riesgo de que Novagalicia sufra pérdidas?

C. G. B.- Nuestra impresión es que no va a haber números rojos, va a tener una cuenta de resultados positiva en su trayectoria. Esa es nuestra estimación actual. Mirando al futuro, de mayor o menor importe, vemos números negros.

P.- ¿No hay riesgo en algún trimestre concreto, como el de fin de año, por los saneamientos?

C. G. B.- En principio, no.

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