Vitoria llora mientras Bilbao ríe.

Bilbao Basket cambió ayer el rumbo de la historia. Pegó un volantazo en el orden establecido hasta el momento, ganado a ley por el Baskonia durante muchos años, logrando una gesta más que añadir a su currículo, brillantísimo en los últimos meses: meterse entre los 16 mejores equipos de Europa dejando atrás a uno que lo ha estado siempre hasta el momento, Caja Laboral, que finalmente ni se ganó su sitio en la cancha bilbaína ni recibió la ayuda italiana puesto que Cantú perdió contra Fenerbahçe.

La historia volvió a darse una vuelta por el Bilbao Arena porque tan histórica fue la clasificación bilbaína como la eliminación alavesa, un palo de dimensiones siderales para el equipo que dirigen Querejeta e Ivanovic. Gescrap, por su lado, sigue agigantándose cuando está en situaciones límite y tras aquel Basilazo que casi les dejó fuera hace dos jornadas, ha ganado en Estambul y a Caja Laboral. Memorable.

El efecto Miribilla se llevó por delante al otrora todopoderoso equipo alavés. Un pipiolo como Gescrap se llevó por vez primera el primer pierde-paga en el que el equipo bilbaíno supera a su vecino alavés, mucho más curtido en estas lides. Y lo hizo, afición aparte, jugando a baloncesto minimizando sus defectos y sobre todo desactivando buena parte del arsenal baskonista, muy especialmente Mirza Teletovic.


El bosnio, máximo anotador de esta Euroliga, no anotó un solo punto en toda la primera mitad, en la que tiró dos veces de tres y tres de dos. Un tiro libre en el primer minuto de la segunda mitad fue su primera anotación. Su primer triple no llegó hasta el minuto 26 y al final, pese a estar en la pista más de 38 minutos, anotó 12 puntos en total.

El trabajo de zapa de los Hombres de Negro fue notable. No sólo para parar a Teleto, sino para incomodar siempre la dirección de Prigioni, los tiros de Oleson o desactiva por completo a San Emeterio: ¡cero puntos! y -10 de valoración.

El partido fue espectacular, por emocionante, y muy tenso. Una final. Y por si faltaba tensión, ésta subió de tono al término de la primera mitad cuando uno de los árbitros, el francés Maestre, señaló una técnica a Félix Fernández, ¡el director deportivo de Baskonia!, que se encontraba en una esquina de la cancha, pero fuera de los límites del banquillo.

Cierto es que el directivo baskonista le lanzó de mala manera un balón, pero no lo es menos que no formaba parte del cuadro oficial. Quizá a Fernández, eso sí, le cayó la técnica que bien mereció antes Ivanovic por sus continuas protestas a los colegiados.

Esa jugada provocó un notable empujón en el tanteador de los locales. Con seis puntos consecutivos de Marko Banic (13 al descanso en total), Gescrap pegó un tironcillo que certificaría con una salida briosa en el tercer periodo que le otorgó su máximo colchón, 13 puntos, cifra que, lejos de ser gafe, fue el cimiento de la victoria final, liderada, cómo no, por el croata, que fue un gigante entre gigantes.

Todos los hombres que utilizó Katsikaris rayaron a gran altura. Su equipo sobrevivió a sus malos momentos y a errores que, como siempre, fueron contestados con la amenaza baskonista. El equipo de Ivanovic nunca se rindió, pero nunca llegó a alcanzar al equipo local, aunque estuvo en los momentos críticos a tres puntos.

Antes de ellos, Aaron Jackson se rehizo de sus cenizas para firmar dos acciones capitales para el desenlace del duelo que culminó la fría muñeca de Vasileiadis desde la línea de tiros libres, que dieron paso a otra noche de éxtasis en Bilbao mientras Vitoria lloraba.

Cuatro bombos por categorías. Equipos del mismo nivel no pueden medirse. Se intenta no emparejar equipos del mismo país. No pueden coincidir equipos que ya se han enfrentado en la primera fase.

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