Una adolescencia rebelde

Reza el cuaderno de trabajo del Real Madrid que ante el Racing de Santander no se dio ventaja alguna. Y seguimos con todos los sueños intactos. Un equipo que parece vivir una furiosa adolescencia y los triunfos le alimentan. Las ideas que tengo sobre el Real Madrid tienen que ver con una constante brisa de otro mundo. 

Casi como si nos encontráramos con un paisaje suizo, nevado pero con un frío cálido. El Racing de Santander fue ese equipo que llegó con sus implementos para esquiar y no es cualquiera el que consigue hacer buenas piruetas en el Bernabéu. Y así, lo único que quedó claro fue que el Racing sólo pensó en cómo manipular sus palos para no matarse en la nieve madridista. 

Sucede que la montaña estaba siendo cada vez más empinada y profunda, así se iban hundiendo las esperanzas del rival. Y mientras, los osos polares hacían de las suyas. El rey de la manada podía haber sido Kaká, muy luchador y líder, también Cristiano, que fue dejando sus marcas en la brecha. Y se cumplió la idea de que un equipo es ofensivo por los movimientos de sus jugadores en el campo y no por lo que refleje su sistema de juego. 

Por eso es que el Real Madrid tiene un ataque abundante. Cuando se progresa hacia la portería rival emergen Kaká, Cristiano, Marcelo y el fastouso Özil. Se las agencia con la amplitud. Es fácil, si tienes bandas. Pues a usarlas, que para eso están. El Real Madrid advirtió que era necesario hacerlo para encontrar espacios ante el Racing. Una vez que los tuvo los ocupó y los aprovechó. 

El Real Madrid estimuló al Racing para que siguiera con sus esquís por el camino que empezó. No sé si es socialmente deseable o futbolísticamente nos estamos acostumbrando a los equipos que vienen a nuestra casa a defenderse. Se trató del cerrojo más grande que ha pasado por la historia del Bernabéu. El Santander no presentó la cara nunca. Fueron completamente dominados por el Real Madrid, que perpetró cuatro aciertos como pudieron haber sido ocho. El cu… te abrocho. 

Y también se abotonaron las creencias de los que vienen a defenderse como murciélagos pegados al travesaño. Es raro, porque el Racing de Santander no ofrece batallas en el Santiago Bernabéu desde hace tiempo, y es un equipo que siempre ha tenido buen gusto con la pelota. Tras concretar el segundo gol lo del Real Madrid ya fue coser y cantar. 

Con un tenor como Di María está garantizada la función. El Fideo volvió a brillar por su arte y porque sus compañeros estuvieron perfectos en los desdoblamientos. Fue un partido cómodo, solo estaba la duda de si hacíamos media docena o una completita. 

Entonces los osos blancos se comieron a los del Racing. Que se perdieron en el hielo madridista… Demasiado, tal vez.

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