El secreto de los Papas

A Galileo Galilei no le tembló la mano cuando el 22 de junio de 1633 firmó de su puño y letra, al término del poceso al que le sometió la Inquisición, una declaración en la que abjuraba de sus teorías sobre que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol y no al revés. Ese amarillento, que se conserva en perfecto estado, es con el que se abre Lux Arcana, la exposición en los Museos Capitolinos de Roma que por primera vez en 400 años muestra al público un centenar de documentos originales pertenecientes del Archivo Secreto Vaticano. Se trata de la primera ocasión, y la única, en la que algunos de los más valiosos fondos del registro propiedad de los Papas abandonan los estantes y anaqueles en los que se guardan celosamente para exponerse públicamente. 

«Se trata de un evento único, extraordinario, fuera de lo normal. Nunca antes esos documentos habían salido del Vaticano y es probable que nunca vuelvan a hacerlo», sentenciaba Umberto Broccoli, el superintendente de Cultura de Roma, ayer en la inauguración de la muestra, que se podrá contemplar hasta el próximo 9 de septiembre. «Se trata de un grupo de documentos excepcionales. Es imposible ver la firma de Galileo Galilei sin conmoverse; contemplar los escritos de Gregorio VII es como ver pasar la historia ante nuestros ojos». 

Los legajos, manuscritos, registros, bulas y códigos que ahora salen a la luz abarcan en total un periodo de cerca de 1.200 años -del siglo VIII al XX- y, además de las actas del proceso contra Galileo Galilei, incluyen documentos de inmensa importancia histórica como la carta (en tonos veladamente amenazadores) enviada por 84 lores y comunes británicos a Clemente VII solicitándole que anulara el matrimonio entre Enrique VIII y Catalina de Aragón, la proclama de excomunión de Martin Lutero, el pergamino de 60 metros de largo que recoge el proceso celebrado en Francia a los templarios, las actas del proceso a Giordano Bruno (que tras ser condenado por herejía por el Santo Oficio murió en una hoguera el 17 de febrero de 1600 en el Campo de Fiori di Roma), la última carta de María Estuardo al Pontífice Sixto VI, una misiva de Voltaire a Benedicto XIV, un informe de Miguel Ángel sobre es estado de sus trabajos en la basílica de San Pedro... 

Por no hablar de los varios documentos con acento marcadamente español que hay en la muestra, como por ejemplo la bula por la que el 4 de mayo de 1493 el Papa de origen valenciano Alejando VI concedió a los Reyes Católicos la posesión de la inmensa mayoría de las tierras del Nuevo Mundo (en detrimento de Portugal) o una carta de Lucrecia Borgia a su padre, Alejandro VI. Por no hablar de una misiva de Santa Teresa de Ávila a Fray Ambrosio Mariano de San Benito o del vistoso sello de oro propiedad de Felipe II y que el soberano español regaló a Pablo IV. 

«La complejidad de esta exposición ha hecho que en algunos momentos estuviéramos a punto de desistir de realizarla», confiesa monseñor Sergio Pagano, prefecto del Archivo Secreto Vaticano. De hecho, en un primer momento iban a ser 300 los documentos del Archivo Secreto Vaticano de los que se iba a componer la muestra. Sin embargo, la cifra final ha quedado reducida a 100. «Por fuerza nos hemos visto obligados a restringir la cantidad de documentos, pero lo hemos hecho sin sacrificar la peculiaridad y la universalidad que ofrece el Archivo Secreto Vaticano». 

De hecho, en la exposición hay desde una carta a León XIII redactada en 1887 sobre una corteza de abedul por el jefe de la tribu de indios americanos Ojibwe hasta una misiva del emperador japonés Hirohito a Pío XII, pasando por una epístola del año 1672 del zar de Rusia Alexis I a Clemente X o el despacho en seda con el que en 1650 la última emperatriz china de la dinastía Ming anunciaba a Inocencio X su conversión al catolicismo con el nombre de Elena.

Lux in Arcana se ha montado para celebrar los 400 años de vida del Archivo Secreto Vaticano, fundado por Pablo V en 1612 y en el que se conservan todas las actas y documentos relativos al gobierno de la Iglesia universal. El Archivo Secreto Vaticano es propiedad del Papa (se llama «secreto» porque toma el nombre del vocablo latino secretum, que significa privado) y desde 1881, por soberana decisión de León XIII, puede ser consultado de manera gratuita por estudiosos de cualquier nacionalidad y credo religioso. Pero, hasta ahora, nunca antes el gran público nunca había tenido ocasión de contemplar algunos de los más preciosos tesoros de ese archivo, que ocupa en total una superficie de 85 kilómetros lineales de estanterías. 

En la exposición también se pueden contemplar algunos documentos de la parte del Archivo Secreto Vaticano que aún no ha sido desclasificada. Actualmente, se pueden consultar los registros que van hasta el fin del pontificado de Pio XII (febrero de 1939). El resto sigue siendo secreto.

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