El presidente de la CAM le dice al juez que él no mandaba

El ex presidente de Caja Mediterráneo, Modesto Crespo, no se salió del guión previsto ayer en la Audiencia.

Crespo, que declaró como imputado por delito societario, estafa y manipulación del precio de las cosas, ante el juez Javier Gómez Bermúdez, echó balones fuera y eludió cualquier responsabilidad en el agujero creado a miles de clientes de cuotas participativas y participaciones preferentes emitidas por la caja que él presidía.

El empresario, según fuentes de la acusación particular, argumentó para esquivar cualquier atisbo de culpa en el caso CAM, que su función en la caja era meramente institucional, hasta el punto de asegurar que sus competencias al frente de la entidad eran sólo representativas y comprendían, por ejemplo, visitas al ex presidente de la Generalitat Francisco Camps, al obispo de Alicante o a empresarios. 

No obstante, los estatutos de CAM establecen que el presidente de la entidad tiene la facultad de designar a los administradores en sociedades, fijar las retribuciones del personal directivo y conceder «por razones de urgencia de préstamos, créditos y avales al sector público y al privado». Crespo llegó a asegurar al juez y al fiscal, según fuentes de la acusación particular, que no recibía ninguna remuneración de la CAM. Luego matizó que percibía 300.000 euros al año en concepto de dietas. 

En cuanto a la remuneración anual (590.000 euros) que percibía la última directora general, María Dolores Amorós, Crespo, respondió que no se atrevió a reducir este importe por motivos de igualdad, ya que era la única mujer en la dirección de la caja, según las mismas fuentes de la acusación.

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