La moda en Nueva York

El espectáculo de la moda es, en Nueva York, un auténtico alarde de alquimia típicamente americana. Las tendencias nacen en la vetusta y sabia Europa, son captadas por las vivaces antenas de miles de consultores y compradores y, recién aterrizadas, son sometidas a un centrifugado rápido de estilo neoyorkino.

Es decir, los diseñadores y modistos norteamericanos reciclan con pragmatismo y sin complejos las tendencias de Milán, París y Londres, con la mirada puesta en la mujer americana, su exclusiva cliente. Lo tienen muy claro.

Es la mujer que trabaja y tiene poder, es rica y atiende a varios comités de beneficiencia; le gustan los deportes y es práctica y, a partir. de las seis de la tarde, vive intenamente una necesaria vida social y se calza unos zapatos de tacón que siempre lleva en el bolso. 

La ejecutiva poderosa, con sastre de marca y zapatillas Nike, atravesando Madison Avenue mientras mastica una dieta sin calorías, se transforma por la noche en una diosa vulnerable, glorificada por el glamour y el agua «Perrier» que siempre bebe con una rodaja de lima. Las tendencias de la próxima primavera se confirman en Nueva York: shorts y faldas mínimas, colores de frutas empolvadas, pantalones y prendas deportivas, estampados pop-art, etnicismos, escotes generosos y bustos tratados con especial interés, como ya se vio en París bajó la bandera asimétrica de Yves Saint Laurent. 

Todo ello pasado por el tamiz de la discreción y, sobre todo, de la conciencia de un estatus referido para cada ocasión: trabajo, beneficiencia, viaje, fin de semana y noche.

Los grandes maestros del «sportswear» urbano a la americana han propuesto una elegancia nostálgica, simple y afrancesada que Ralph Lauren borda con aires de Deauville. Cálvin Klein, exquisito, minimaliza el vestir en tonos empolvados y prendas inspiradas en la equitación, básicas y refinadas. Oscar de la Renta propone el lujo barroco y cautivador de la India. Donna Karan, mujer diseñadora de mujeres, cubre con largas chaquetas, apenas adornadas, vestidos suaves y magistrales de espaldas desnudas. Isaac Mizhari, la estrella de la temporada, rejuvenece con frescura, humor y sofisticación el blazer tradicional en tejido hedonista y estampado op-art sobre vestidos mínimos, bustiers, shorts y pícaros delantales.

Aires muy sexy y minimalismos bordados de lentejuelas tienen las colecciones de Marc Jacobs para Perry Ellis y de Michael Kors. 

Norma Kamali sofistica más que nunca la ropa deportiva cubriendo de tachuelas sus cueros y licras en forma de body. Bob Mackie, modisto habitual de las super sexy Cher y Tina Tumer homenajea escandalosamente a un mundo perdido entre Las Vegas y Folies Bergéres: plumas, lentejuelas, vestidos tragaperras para maduras excéntricas con zapatos de aguja.

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