La cultura en el cine

Admirable el documental sobre el cineasta John Huston que pusieron en La 2 el viernes último. Antes, habían pasado The Dead, la última película de Houston: la que dirigió desde su silla de ruedas cuando estaba a punto de morir, y que resultó un prodigio de belleza y sensibilidad. Un programa espléndido el de esa noche de viernes.

Cuanto más sublimes tienden a ser los productos que nos ofrece La 2, más clamoroso y chirriante se hace el contraste con la programación general de todas las demás cadenas. El foso entre lo de la «inmensa minoría» y lo otro -las telenovelas, los concursos con «sponsors», las llamadas «galas» de variedades o las películas de Paco Martínez Soria, tan apreciadas- se hace tan ancho y tan profundo que parece separar dos mundos distintos. 

Y eso es lo malo de hacer planteamientos demasiado «minoritarios», demasiado elitistas, en un medio de por sí masivo, como es la televisión: a menudo sirve para tranquilizar las conciencias, y para que los programadores de las cadenas «generalistas» tengan las manos libres y puedan argumentar que ellos se dirigen a una mayoría: «Los que quieran cultura, ya tienen...». Eso es como lo que se le viene a uno a la cabeza al pensar en esa cadena franco-alemana llamada Arte y consagrada a la música, a la plástica, a los libros, a las manifestaciones culturales en general, pero sin pedantería: aprovechando todas las posibilidades expresivas de la televisión.

Cuando uno entra en contacto con las emisiones de Arte, tiene la tentación de pensar que eso no es de este mundo. Lo mismo que tiende uno a pensar mientras asiste a través de La 2 a las revelaciones de Gretta en The Dead sobre la existencia del infeliz Michael Furey, el antiguo enamorado romántico que moría por ella. Porque si uno cambia fugazmente de cadena durante los intermedios, allí se encontrará con los del Un, dos, tres ensalzando las ventajas de cualquier champú, o la Lola Flores y su hija Lolita haciendo de «periodistas», o con cualquiera de los protagonistas de Sensación de vivir y sus insustanciales compañeros.

El viernes anterior, mientras en La 2 emitían un interesantísimo concierto pop y luego una magnífica película documental, Tráeme la noche, dirigida por Michael Apted, sobre Sting y su música, en Tele 5 ponían nada: menos que La fiesta del amor-Cupido'93, una españolísima gala con Rocío Dúrcal, Karina, Los cantores de Híspalis, Sergio y Estíbaliz y la tuna de no sé donde. Y presentado todo ello por Manolo Escobar y por Carmen Sevilla, que dijo que esa era una noche «inrepetible» (así, con ene, para subrayar su importancia), y tenía razón. Lo dicho: hay cosas que no son de este mundo.

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