Maradona rentabiliza hasta su boda

La boda de Diego Maradona y Claudia Villafañe tuvo de todo y para todos los gustos y dejó botando el balón en el área para que remataran a discreción quienes critican o defienden el estilo de vida del astro del fútbol contemporáneo. Un acontecimiento social de un coste superior al millón y medio de dólares (unos 180 millones de pesetas) en una Argentina de vacas flacas no resulta fácil de digerir para muchos. Y en esta contradicción se apoyan las opiniones que en nada favorecen al «Pelusa».

Otros intentaron atenuar las críticas y afirmaron que, al fin y al cabo, con los tres millones de dólares (unos 360 millones de pesetas) que pagó una cadena italiana de televisión para la emisión de imágenes, todo el asunto fue para Diego un buen negocio, independientemente de aquello que está relacionado con cuestiones íntimas y sentimentales, que nadie se atreve a poner en duda. Invitados especiales que llegaron de Europa, regalos principescos, multitudes en el Registro Civil y en la iglesia y una fiesta a la que asistieron un millar de invitados enmarcaron la jornada.

Diego jugó un partidito de fútbol por la mañana, con sus sobrinos, y a media tarde protagonizó el primer hecho destacado de la publicitada boda: casi deja k.o. a un fotógrafo que se le acercó más de lo que él esperaba para tomar una instantánea en el portal de la oficina pública donde debía celebrarse la ceremonia civil. La «víctima» era Donald Ripka, estadounidense, reportero gráfico de la agencia local Diarios y Noticias, quien en cinco años como combatiente en Vietnam no sufrió ni un rasguño. El puñetazo de Maradona le puso la nariz como un pimiento. Entre enfados y apretujones, la pareja se alejó del lugar.

Fue problemática la entrada en la iglesia del Santísimo Sacramento a las nueve y media de la noche. «El cura me dijo que tengo que ser un esposo de primera», dijo Diego al comentar los detalles de la ceremonia, durante la cuál su padre no dejó de llorar por la emoción. En el atrio del templo un grupo de italianos cantó varias «canzonettas», en las que colaboraron los futbolistas Renica, Mauro, Ferraro y otros, compañeros del jugador en el su club, el Nápoles. En esos momentos, centenares de admiradores del futbolista corearon el clásico «Maradoooo, Maradooo», que la hinchada de Boca Juniors canta cada domingo en las tribunas de los estadios. Cumplido él segundo tramo del programa nupcial, la pareja se reunió con la prensa en el hotel Sheraton.

«Me casé porque mi hija Dalma me reclamó la foto de la boda», dijo el futblista. Pidió un emparedado y una cerveza, bromeó con los camareros, fitmó autógrafos, dijo que la luna de miel queda para más adelante, probablemente en Cuba y afirmó que entre los regalos que más le gustaron figura un Mercedes Cabriolet. Subrayó que en la iglesia se puso tan nervioso «como antes de una final de la Copa del Mundo»; que Claudia estaba «lindísima», que se alegraba del regreso de Valdano al fútbol y que había invitado a la fiesta a Carlos Menem y Raúl Alfonsín porque son dos personas «fenomenales». Los periodistas pusieron a prueba toda su capacidad para memorizar detalles y declaraciones, ante la imposibilidad de entrar a la sala de recepción con grabadoras, cámaras y lápices.

A está altura de los acontecimientos, el portavoz presidencial anunciaba en la Casa del Gobierno que Carlos Menem no iba a asistir a la fiesta debido a que estaba «muy ocupado con la actividad que le impone la actual situación». En otras palabras, Menem está furioso por una huelga general de conductores de autobuses que paralizó a medio país. Alfonsín tampoco fue, pero como ya no tiene portavoz, nadie se enteró por qué. Alfredo DiStéfano, Valdano, Alemao, Careca, Giulio Ferlaino (hijo del presidente del Nápoles), Carlos Bilardo, decenas de futbolistas retirados y en activo, artistas, amigos de la infancia, ministros y dirigentes políticos y deportivos ocuparon las 85 mesas distribuidas . en la pista del Luna Park, decorado por el escenógrafo de televisión Miguel Caldentey. Caviar rojo y negro, langosta, ostras del Pacífico, salmón, centollos, jamón serrano y glaseado y varias exquisiteces más figuraban en la carta preparada por la especialista Martha y copiada . en detalle por los cronistas de las revistas del corazón, mientras saboreaban una cocacola en un bar.

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