Una gran variedad de martirios chinos

La letra con sangre entra, pero hay muchos maestros que no comulgan con ese procedimiento atroz de desasnar a la infancia. Es el caso, por ejemplo, de dos maestras de Padrón, que no cascan a sus alumnos, sino que se limitan a aplicarles un amplio surtido de sevicias y torturas psicológicas.

Susi Quintano relata en Diario 16 la increíble y triste historia de esas dos presuntas fieras: «Dos maestras de Padrón tienen atemorizados a sus alumnos de EGB con torturas psíquicas». La historia pone los pelos de punta: «La hija pequeña de Constantina llegó a mediodía a casa y dijo que no iba a la escuela por la tarde. "No pasa nada, pero no quiero ir al colegio", fue toda su explicación.

Constantina fue a hablar con la profesora Elena Edreira para saber lo que ocurría y palideció cuando la propia maestra confesó que había encerrado a la niña en un pequeño armario toda la mañana por ir a clase sin un libro». Pero por poco no encierra a la madre también: «Me dijo que yo no quería a la niña, que si se muriese me quedaría aliviada y que si la quisiese no la mandaría a la escuela sin el libro».

La estricta gobernanta, por lo que se ve, se pasa mucho: «Según afirman los padres de los alumnos afectados, sus castigos favoritos son insultar a los propios escolares y a sus madres, a las que llama "putas, borrachas y maleducadas ; dejarlos sin recreo durante varios meses o todo el curso por no saber una lección. (..) Uno de los casos más espectaculares fue el de un alumno de ocho años al que Elena Edreira llamaba con frecuencia "gordo, feo, asqueroso y burro". Su madre notó un día que al niño le caía pelo y lo llevó al dermatólogo. Según asegura, el propio médico le advirtió que había atendido casos similares de alumnos de las hermanas Edreira y le aconsejó que vigilara de cerca la vida escolar de su hijo.

Cuando fue trasladado de clase, la nueva profesora descubrió que se arrancaba el pelo él mismo y se lo comía». Ante semejante horror, las espaculaciones se disparan: «En la calle, la gente cuchichea sobre ellas, y padres y padroneses, en general, aseguran que Elena y Mercedes Edreira son miembros del Opus Dei y que, por ese motivo, evitan lecciones en las que se explica que el hombre procede del mono o que la Tierra se formó por reacciones cósmicas, físicas y químicas y no porque Dios lo crease en siete días.

A los niños les dice que sus padres no saben más que 'fornicar", los obliga a buscar esa palabra en el diccionario y, luego, tienen que escribirla 25 ó 50 veces». Al lado de eso, lo que le pasa al filósofo Xavier Rubert de Ventós, aunque también doloroso, es una insignificancia, y además le pasa porque él quiere. Lo cuenta Anna M. Alvarez en La Vanguardia: «Su obstinada perseverancia en seguir utilizando el típico bolígrafo Bic es una muestra más de la tendencia al autocastigo con la que se fustiga mentalmente. "Este bolígrafo me ayuda a escribir con letra de mosca, resultado de mi época universitaria. Como acostumbro a asir muy fuerte el bolígrafo, al igual que lo hacen los niños, sus aristas se clavan en el dedo dejando su huella a través de los años».

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