Tu vida puede que no sea tan privada como crees

Primero fueron las conversaciones por el móvil. Cuando se supo que las Fuerzas de Seguridad del Estado utilizaban el sistema de escuchas telefónicas SITEL, quedó claro lo relativamente sencillo que es, con la tecnología disponible, escuchar el contenido de nuestras llamadas telefónicas o nuestros SMS. Ahora, el debate sobre la privacidad se vuelve a encender a propósito de la instalación en los aeropuertos de escáneres corporales, que generan una imagen del viajero desnudo.

Son sólo dos ejemplos de lo frágil que resulta nuestra intimidad en un mundo crecientemente digitalizado. Pero podrían no ser más que la punta de un enorme iceberg. En Magazine hemos querido descubrir hasta qué punto estamos expuestos a la intromisión de cualquiera en nuestra vida privada. Le hemos pedido a Samuel Parra, uno de los consultores de seguridad privada más conocidos del país -sobre todo gracias a su página www.samuelparra.com-, que nos permita investigar sobre su vida partiendo de la más absoluta ignorancia. Y ha accedido.

"La tecnología ha supuesto un gran avance en nuestra cultura y desarrollo, haciéndonos la vida más cómoda", afirma el investigado. "Pero en materia de seguridad, e intimidad, esta misma tecnología puede y es utilizada para invadir nuestra esfera personal con mayor facilidad".


Lógicamente, antes de iniciar nuestras pesquisas sobre este individuo, de quien sólo sabemos nombre y dos apellidos y de quien acabaremos conociendo sus secretos más íntimos, hemos consultado a la Agencia de Española de Protección de Datos (AEPD) sobre los sistemas existentes para impedir que nuestra información personal quede a disposición de cualquiera. "España tiene una legislación reconocida mundialmente por su exigencia en la garantía de la protección de datos de carácter personal", aclara Artemi Rallo, director de la AEPD. "Pero la revolución tecnológica ha generado interrogantes enormes sobre cómo se usan los datos que se obtienen, principalmente, a través de Internet".

Realmente, el grueso de la información obtenida sobre Samuel Parra ha provenido de Internet o de su propio ordenador, algo de lo que ya nos había advertido Marcos Gómez, del Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación: "Nosotros consideramos que las entidades de comercio electrónico y banca online que operan en España disponen de una seguridad alta. No obstante, el punto débil es el usuario y el entorno que usa para sus transacciones en la Red. Porque los ordenadores de los usuarios son más vulnerables y no disponen de medios para asegurar sus sistemas".

Nuestra investigación sobre la vida privada de Samuel Parra ha seguido únicamente caminos legales (consultar su perfil en Facebook o buscar datos sobre sus actividades empresariales en el registro mercantil). Pero también podríamos haber echado mano de trucos ilegales que, sin embargo, están al alcance de cualquiera y que, de hecho, son empleados con bastante impunidad por piratas informáticos o detectives privados. "De todas formas", comenta un hacker que prefiere mantenerse en el anonimato, "el nivel de seguridad de los portales más importantes es muy bueno y, aunque se encuentran fallos de seguridad cada día, se suele dar una respuesta rápida".

En el proceso hemos sabido que se pueden comprar ciertos listados que, aun cuando deberían estar protegidos, circulan por el mercado (a veces negro) a la espera del mejor postor. "Valga un ejemplo: los partidos políticos pueden acceder al censo electoral, donde constan, entre otros, datos sobre el nivel de estudios de los ciudadanos", comenta Belén Cardona, presidenta de la Asociación Profesional Española de la Privacidad. "Dada la proliferación de partidos políticos que concurren a las elecciones generales, algunos ciertamente rocambolescos, ¿nadie se ha parado nunca a pensar qué hacen luego con toda esa información a la que han tenido acceso?".

De modo que hemos rastreado la pista de Samuel (insistimos, con su consentimiento) para concluir que, pese a los distintos sistemas de protección de datos españoles, todos estamos mucho más expuestos de lo que creemos. Como se comprobará, ahora estamos en disposición de conocer su vida al dedillo.

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