Mireille Mahtiu la voz de Francia

Muchos telespectadores españoles de a pie comentaron siempre con soma la omnipresencia de las mismas «estrellas» en la pequeña pantalla. Durante años, TVE atacó los hogares de forma sistemática con la pléyade de las Flores y la Jurado y, antes, con la gloriosa «troupe» de los Aguilé, Micky o Raphael. En Francia tenían a Mireille Mathieu. Mireille Mathieu es uno de esos casos de inexplicable permanencia en la pequeña pantalla. 

Pero además, su voz interminable a lo Edith Piaf lleva 25 años abonada a emisoras de radio, galas y recitales benéficos. La pequeña (de estatura) cantante que un día llegó desde su Avignon natal al París del espectáculo y la crítica especializada, pertenece al grupo de leyendas en vida de la canción francesa, junto con gente como Sylvie Vartan, Johny Hallyday o Sacha Distel. Solamente este último disputa a la Mathieu el podio de apariciones en la televisión. Pero llegado el momento de la verdad, la cantante ha sufrido el más duro revés de su carrera profesional. Su serie de recitales en el Palacio de Congresos de París, que están previstos hasta el próximo domingo, es un auténtico desastre y los promotores han tenido que reducir el programa de forma considerable. Primero, estuvieron a punto de anular la serie completa pero finalmente se limitaron a suspender las actuaciones de entre semana. La sala estaba casi vacía.

Así, la cantante de Le funambule o Mon Dieu ha terminado presentándose ante su público de siempre los fines de semana. Es ahora el momento en el que tras 25 años de carrera profesional, Mireille Mathieu debe estar replanteándose su futuro. El espectáculo que presenta en el palacio de Congresos es marca de la casa. Es decir, un perfume de rosa y falsa alegría de vivir rodea su aparición sobre el escenario; la cantante aparece ante el público sobre un gran trampolín, desde el que empieza a cantar su popular Jezabel. Luego vendrán las canciones de Edith Piaf -«Piaf era única y yo la canto con mis propios sentimientos»- y temas como New York New York. Al final, un grupo de niños sube al escenario para entregarle flores y la cantante parece presa de una emoción cuya expresión lleva explotando desde hace 25 años en la televisión.

«Una de mis debi lidades es que me conmuevo; el otro día, por ejemplo, me puse a llorar mientras cantaba Mon Dieu», manifestó. Corren malos tiempos para las estrellas de la «chanson francaise». La muerte hace un año de Johny Starck, manager de la Mathieu durante casi toda su carrera, marcó un claro presagio de declive. Al mismo tiempo que ella fracasaba en el Palacio de Congresos, otro «monstruo» de las variedades, Eddy Mitchell (línea rock and roll copia de Elvis).

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