La ambición de Borbolla

El error, el gran error de Borbolla se produjo en el IV Congreso del PSOE andaluz, en la primavera de 1985, cuando pensó que podía desembarazarse del aparato guerrista y conquistar todo el poder en Andalucía. Delante deAlfonso Guerra, que asistió a la clausura del Congreso, prescindió de Luis Yañez, uno de los históricos del «clan sevillano», uno de los fundadores del grupo, aspirante a ministro de Exteriores y hermano de uno de los más fieles cancerberos de la Moncloa y asesor de Felipe González. Don José, «Pepote» para todos los andaluces se sintió en la gloria. 

Era su gran momento, estaba en la cumbre y pensó que era invencible, intocable, todopoderoso...a él no le ocurriría lo que a su antecesor, Rafael Escuredo, él tenía, él era el poder. Ese mismo día Alfonso Guerra y los guerristas: Enrique Linde, Miguel Angel del Pino, Alfonso Lazo... iniciaban su lenta e incansable labor de destrucción del muro que Rodríguez de la Borbolla había levantado a su alrededor. Fueron quitando piedra a piedra, con franciscano empeño. Cada viernes los fieles acudían al chalet del vicepresidente del Gobierno, en la urbanización Santa Clara, para informarle y recibir las últimas instrucciones. Alfonso Guerra actuaba de taumaturgo de fin semana, de «chamán de weekend».de hechicero por correspondencia. 

El presidente de Andalucía perdió su brazo derecho, José Caballos, apenas dos meses después del Congreso provincial de Sevilla, cuando el poderoso vice.secretario general del partido reunió en un hotel de la capital hispalense a 74 dirigentes del PSOE y pidió la cabeza del «Bautista». Borbolla terminó entregándola noventa dias después, como terminó entregando la del malauueño García Duarte ante la tenaza de hierro que le planteó Carlos Sanjuan. En el V Congreso del socialismo andaluz el propio Ródríguez de la Borbolla era despojado de su condición de secretario regional del partido, que elegía a Leocadio Marín y a Sanjuan para regir sus destinos. La situación entre la ejecutiva del PSOE y el Gobierno se convirtió en insostenible y así ha continuado durante los dos últimos años. Con altibajos, con llamadas a la cordura y con pactos de no agresión que se rompían rapidamente. 

Borbolla quería llegar- a las elecciones de 1990 y luchar por la nominación en el cuerpo a cuerpo final. Y sus adversarios esperaban que se cumpliera el tiempo para asestarle el golpe de gracia. Antiguos borbollistas se han pasado, durante el camino, a las filas del guerrismo militante, como Caballos o el antiguo portavoz del Ayuntamiento sevillano, Guillermo Gutierrez. A su lado han permanecido fieles Gaspar Zarrias y Manuel Gracia, el único hombre fuerte en una de las provincias, Córdoba, pese a los intentos de Sanjuan de «descabalgarle» con el histórico Rafael Vallejo. La misma operación que el propio Borbolla ha intentado efectuar en Cadiz contra Vargas Machuca.

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