Los taxis sin licencia más vigilados que nunca

En la zona de llegadas de la terminal T1 del aeropuerto de Barcelona, decenas de taxis se suceden, procedentes de la parrilla, a la espera de pasajeros, fundamentalmente turistas que recalan en la capital catalana para pasar las vacaciones de agosto. 

Entre los taxis, se mueven patrullas uniformadas, y también de paisano, de los Mossos d’Esquadra. Frente a la llegada masiva de viajeros a Cataluña a través del aeropuerto de El Prat, agentes de la policía catalana intensifican los controles de intrusismo en las instalaciones. Su objetivo: detectar intrusos del taxi y, de paso, contribuir a que descienda la tensión que ha tenido su cénit en la detención de cuatro taxistas españoles, acusados de robar con violencia a un hombre paquistaní que quería ofrecer sus servicios de taxi sin tener una licencia.

Sólo en las dos últimas semanas, los Mossos d’Esquadra han denunciado a 34 conductores que carecían de la autorización para trabajar como taxistas. Entre los chóferes denunciados, los agentes detectaron a seis particulares que ofrecían sus servicios de taxi a través de la polémica aplicación Uber, una herramienta tecnológica de última generación que conecta a través del teléfono móvil a conductores y pasajeros que acuerdan compartir un vehículo. 

Las aplicaciones como la de la multinacional Uber, que el pasado abril convirtió Barcelona en su laboratorio de pruebas para instalarse en territorio español, han quedado recientemente prohibidas por el Ayuntamiento de Berlín, decidido a sancionar con multas de 25.000 euros a quienes las utilicen, ya que sostiene que caen en la competencia desleal a los taxistas y que no existe ningún control sobre los conductores. Las movilizaciones del sector del taxi prendieron con fuerza en Barcelona el pasado junio.

Entre la legión de taxistas de la parrilla de la T1 de El Prat hay consenso: la competencia desleal debe ser perseguida con firmeza. "Ellos, los trabajadores de Uber, están haciendo nuestro trabajo, están llevándose nuestros clientes. Nosotros, los taxistas, sufrimos ya de por sí una oferta de taxis muy superior a la demanda, turnos desorganizados y confusos, licencias hipotecadas y largas jornadas de 10 horas a cambio apenas de unos 50 euros", esgrimió ayer el taxista Joaquín Fernández, partidario de las movilizaciones del sector contra los taxis piratas, aunque contrario al uso de la violencia y la intimidación.

A primera hora de la tarde, en la zona de salidas de la terminal T1, junto al vestíbulo, un profesional del taxi se felicitaba por haber evitado que un turista se fuese al centro de Barcelona subido en el vehículo de un presunto intruso. Los taxistas están en alerta. Anteayer, a cuatro de ellos se los llevó detenidos la Policía, que los acusa de intimidar, agredir y robar a un hombre de origen paquistaní que pretendía ofrecer un servicio de taxi sin disponer de la autorización reglamentaria.

Los cuatro detenidos, de nacionalidad española y edades comprendidas entre los 34 y los 44 años, son vecinos de las localidades de Barcelona, Sant Andreu de la Barca y Sant Adrià de Besòs. Se les imputa un delito de robo con violencia e intimidación y otro de daños al vehículo de la víctima, puesto que presuntamente le pincharon las cuatro ruedas.

Los hechos, que acaecieron el pasado 1 de agosto, fueron protagonizados por integrantes del grupo de taxistas conocido como Élite, dedicados desde hace cuatro meses a denunciar y perseguir en las calles de Barcelona la piratería en el sector. Se ocupan de "dar caza" a los intrusos e incluso han elaborado un censo para tenerlos bajo control.

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