Mortadelo y Filemón son nuestros mejores espías

Rechoncho, perspicaz y moralmente perplejo como siempre, y sin duda igualmente peligroso», es el espía Smiley, criatura engendrada por John Le Carré desde las brumas de Cornwall, donde reside el maestro de la ficción. Sir Alec Guinnes dio cuerpo de actor al personaje y quedó grabado para siempre un estilo de agente secreto. Bond, James Bond, es algo más barato. Fanfarrón, implacable besador de esculturales contraespías, el espía de Ian Fleming provoca carcajadas relajantes. Advierto a los lectores que todo parecido con la realidad del espionaje español es pura coincidencia y que además es inútil que la busquen. Ya me lo dijo un día Adolfo Suárez, recién llegado a La Moncloa. 

Abrióla caja fuerte del Estado y se encontró sólo una tarjeta: «Mengano de tal, espía secreto». Devoro las páginas del libro de mi amigo y colega Fernando Rueda, La Casa, para ver si me revela un CESID que merezca la pena. Pero ni tan siquiera el jefe Manglano me saca de mis casillas tan sensatas. Me pregunto de que temíamos tanto cuando los del PSOE, en la clandestinidad, decíamos aquello del Seguro Obligatorio de Enfermedad, SOE, para hacer citas peligrosas.


En democracia parece que ha sido Narcís Serra el touch of class que necesitaba nuestro espionaje. Y así ha salido, claro. Una chapuza. Son feos, horteras, desconocen el Dom Perignon, ni se ligan a la Ursula Andress, ni nada. iQué decepción! La trama catalana revela la cutrez hispana. Lo que comienza por un asunto de cuernos se convierte en zafio manejo de información empresarial al servicio, me supongo, de intereses hasta políticos, tan inquietos por manejar «la prensa». A ello se suman algunos tontorrones y otros avispados que de cotillas se convierten en espiados. 

Los hay aquí más vivos que acuden a servicios extranjeros, tipo Mosad, que ésos sí que son de película y no como El Lobo éste, que tiene la cara más dura que el turrón. ¿Y a qué vienen los nervios de Eligio Hernández, el fiscal que nunca movió pestaña ante el escándalo Filesa para investigar lo que debía? ¿Quién espiaba a quién en Barcelona? Y si no eran ni Smiley ni James Bond, ¿eran acaso Mortadelo y Filemón? Me dice mi espía particular que tampoco.

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