Lo que lleva Blanca Suárez en el bolso

BLANCA SUÁREZ

El monedero le pesa «muchísimo» y no sabe por qué. Blanca Suárez (1988) es de las que no se separa del móvil, que suena con la canción Brianstorm de Arctic Monkeys. La potente melodía es silenciada enseguida para explicar que en su bolso nunca falta el cargador. «Se me agota enseguida la batería. Si muere el móvil, yo me muero.» La actriz de El Internado, que se ha convertido en nueva chica Almodóvar por La Piel que Habito, lleva un llavero con varios muñecos, entre los que destaca un pez que le tocó en una tómbola y una llave cubierta con la cabeza de Hello Kitty. «La compramos mis amigas y yo en un viaje a Nueva York, en una tienda enorme de Kitty, mientras hacíamos tiempo para entrar a ver una función de teatro.» Sus compañeros inseparables son una cola de conejo, para recordar a su mascota, «un conejo de trapo suicida hecho jirones», y un libro, «para leer en las esperas de los rodajes». La música es importante para la intérprete, por eso no se separa de su iPod, que estos días tiene en la lista de los más escuchados a los Baseballs. De su etapa de instituto conserva «la manía» de llevar siempre un bolígrafo de Ágatha Ruiz de la Prada. Reconoce que el bolso es un complemento que ayuda «muchísimo a la interpretación», y el nuevo May Bag de Loewe lo ve como el accesorio perfecto para protagonizar una película de Fellini.


ROSSY DE PALMA

Un péndulo, del que no se separa y al que le hace preguntas, es lo más curioso que lleva en el bolso. «Es genial, porque lo adivina absolutamente todo. Hasta predijo la huelga de controladores. Le pregunté si tenía que ir de viaje y él me dijo que no.» Pero este amuleto (un arma poderosa que le da «sosiego») no es el único objeto especial que atesora; un rompecabezas con dos corazones enganchados por una cadena, que «hay que liberar», también le sirve de distracción. La socorrida goma de pelo para las de melena larga, un set de maquillaje, el pintalabios rojo o el móvil son los clásicos comunes. Pero Rossy también guarda, como la madrastra de Blanca Nieves, una manzana: «Huele bien y, si tienes hambre, te la comes». Recuerda el anuncio que hizo hace años a las órdenes de Coixet en el que se preguntaba al aire ¿Qué llevan las chicas en el bolso? Tras posar con el nuevo May Bag de Loewe, no duda: lo ve entre frutas o para asistir a un espectáculo de danza contemporánea.

EDURNE PASABAN

Desde hace dos años carga con un rotulador y fotos suyas coronando los 8.000, por si le piden un autógrafo. No quiere dar un simple trozo de papel firmado. «Me parece muy cutre», confiesa. A Edurne le alucina que la gente la conozca, a pesar de que ha sido famosa por una hazaña nunca antes conseguida por una mujer. Siempre le acompañan una agenda, un libro de lectura y un neceser con maquillaje. «Me maquillo todos los días, porque conforme te vas haciendo mayor parece que lo necesitas más.» Asegura que es presumida, pero descubrimos que, también, precavida. «Soy exagerada. Mis compañeros se quejan porque uso tres bidones para subir, mientras que los demás uno, pero luego me piden todo a mí. Soy de las que lleva y los demás utilizan.» Empezó a usar el bolso tarde, «con 24 años largos. Mi madre me dice que me he transformado». Para Edurne no hay mucha diferencia entre los objetos que usa todos los días y los que utiliza tras coronar una cima. «Da igual en la parte del mundo en la que estés, tras bajar de la montaña siempre necesitas las mimas cosas.» El My Bag de Loewe le parece tan polivalente que le recuerda a esas zapatillas de trekking «con las que puedes subir un 4.000 o pasear por Serrano». Para concluir, un deseo lanzado en voz baja: «Me encantaría llevarlo si me diesen algún día el Príncipe de Asturias».

BIMBA BOSÉ

Su bolso es una caja de sorpresas. Lo vuelca en la cama y, tras darnos buenas noticias (está embarazada), aparecen objetos sorprendentes que, después de preguntar, adquieren todo el sentido del mundo. Un kit de supervivencia muy pensado. El rollo de cinta aislante es fundamental para Bimba. «Lo utilizo para muchas cosas: para sujetar en el suelo el tracklist del concierto, para pegarme el micrófono, para sujetar un dobladillo del pantalón o para ajustar una camisa.» Lo lanza al aire como la afirmación más normal del mundo. Se coloca en el sillón, une las manos y baja la cabeza en uno de sus mil gestos de niña buena mientras nos muestra una navaja suiza. «Me imagino que es algo que se me ha quedado porque me crié en el campo. La uso siempre para comer entre horas, me ayuda a salir de situaciones de hambre.» La grabadora es otro de los básicos para recordar una melodía, la letra... «Una pieza más fetichista que me recuerda a los reporteros del siglo pasado.» El móvil lo lleva siempre en la mano, pero en el bolso no puede faltar el cuaderno: «Me sirve para ordenar mi caos». El May Bag, de Loewe, con el que acaba de posar para la sesión, lo visualiza en la cesta de su bicicleta, paseando por el campo un día de primavera.

EVA YERBABUENA

Como buena bailaora atesora multitud de amuletos. La lista es interminable y nada es suficiente para Eva si se trata de buenos recuerdos y las mejores vibraciones. No se despega jamás de los DNI de sus abuelos. «No sé por qué los llevo, es de las pocas cosas que tengo de ellos. Son como mis dos ángeles de la guarda.» Reconoce que nunca usa bolsos pequeños, «es imposible». Entre lo habitual, las carteras, libros y agendas van de dos en dos y habitan con una colección de piedras regaladas por una amiga japonesa (Takako) y por la madre de Mercedes (Gloria Muñoz), su mano derecha. Entre todas hay una con la palabra Inspiration grabada: «La compré porque me gustaba y porque la llevo en la mano en los procesos de inspiración». Conserva el recuerdo en forma de imagen de una anécdota que sucedió cuando su hija Manuela conoció a la bailarina y coreógrafa Pina Bausch (gran amiga de Yerbabuena). «Estábamos en una cafetería, me fui un momento y al volver habían desaparecido las dos. Me volví loca buscándolas, mi hija no sabía inglés y Pina no hablaba español. Salí a la calle y me las encontré en un fotomatón.» La postal la conserva en uno de sus amplios billeteros. El nuevo bolso de Loewe tiene para la bailaora un tamaño perfecto. «Me encanta el sobre exterior para guardar el móvil y las facturas.»

MARIBEL VERDÚ

Siempre guarda un libro en el bolso, para esos días que pasa la jornada entera fuera de casa. «Porque me aterra perder el tiempo.» Maribel Verdú lee en estos momentos Lo que esconde tu nombre, de Clara Sánchez. Pero además de literatura, la actriz cuenta con un pequeño acuarium. Lo explica: «Tengo muchos pingüinos; es mi animal favorito desde pequeña». Descubrimos un monedero, un llavero y un par de pendientes que le acaba de regalar una amiga con la forma perfecta de este animal, en tamaño miniatura. Se reconoce ordenada y metódica para distribuir todo aquello que se encuentra más allá de la cremallera. «Cambio muy a menudo de bolso y llevo todo lo que necesito organizado para hacerlo lo más rápido posible.» Para Verdú el tamaño sí importa, y confiesa que le agobian esas carteras de fiesta en las que no cabe nada. Siempre (invierno y verano) mantiene una pashmina para proteger la garganta y nada de lo que puedas encontrar, perfectamente compartimentado, está específicamente relacionado con su trabajo. El nuevo May Bag de Loewe es «el bolso que llevaría Uma Thurman en un papel de madre trabajadora y también Julianne Moore, una actriz a la que adoro, para todo tipo de situaciones».

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