Vicky Martín Berrocal en cuanto se descuida se pone como una foca

Vicky Martín Berrocal ha logrado hacerse un hueco. Ha sabido, no sin astucia y trabajo, desmarcarse del cliché de ex esposa de torero e hija de empresario taurino de gran fortuna. Su matrimonio con El Cordobés le dio popularidad, eso es cierto, pero ha sabido rentabilizarla de una forma mucho más honrada de lo que estamos acostumbrados a ver. No sólo no ha aprovechado su tirón mediático descalificando al que fuese su marido, como es habitual, si no que siempre que habla de él lo hace con elogios y dejando claro que es el mejor padre para su hija Alba. El amor no le ha tratado bien pero profesionalmente a Vicky Martín Berrocal no podría irle mejor.

El tiempo ha jugado a su favor y ha podido demostrar que su afición por la moda y su sueño de ser diseñadora no era sólo un capricho efímero. A día de hoy su marca, VMB, se distribuye por medio mundo y se codea en los desfiles con las grandes firmas. Además tiene desparpajo y ese sabor andaluz con el que ha logrado incluso relevar a Alicia Senovilla como presentadora del programa coplero A tu vera de la televisión autonómica de Castilla La Mancha que se emite en el prime time de la cadena. Todo en lo que a trabajo se refiere le sonríe pero, como todo en esta vida, el ritmo frenético al que le somete su afán de superación le está pasando factura en lo que a kilos se refiere.


Si bien es cierto que Vicky luce una de esas bellezas españolas que impactan, de un tiempo a esta parte la diseñadora ha abandonado su fisonomía. Se proclama una abanderada de la talla 42 y se siente muy orgullosa de su cuerpo. Sin embargo, pese a ello, no es ningún secreto que la diseñadora y empresaria ha pasado gran parte de su vida luchando contra la báscula.

Sus allegados reconocen el esfuerzo que ha tenido que hacer cuando seguía algún régimen, pues Vicky es una amante de la gastronomía española y no puede resistirse a la tentación. Estos «pecados» hacen que la de Sevilla entre en el llamado efecto yo-yo y pierda y coja kilos al mismo ritmo. «No se controla comiendo», dice alguien de su entorno que sabe de primera mano lo que supone para Vicky ponerse a régimen.

Su mal es muy común. Millones de mujeres conocen ese temido efecto y saben que un ritmo de vida agitado no favorece la constancia. Desde que llegó a a la capital, Vicky no ha parado. Entre colecciones, promociones y desfiles, su vida es un ir y venir permanente, un duro trajín que le está haciendo ganar kilos. En Madrid ha logrado poco a poco reorganizar aquella pacífica vida sevillana: Ha encontrado el lugar idóneo de residencia, el chalé de El Viso que vendieron Colate y Paulina durante su proceso de separación, un colegio para su hija Alba..., pero tambien ha encontrado trabajo. Mucho trabajo que, además, le obliga a viajar con frecuencia con lo que ello supone cuando intentas organizarte las comidas. Aunque Vicky siempre ha dicho sentirse muy contenta con la nueva etapa que inicia en Madrid, en septiembre del pasado año algo muy importante dejó en Sevilla, su doctora Raquel García. Con ella, Vicky Martín Berrocal logró una espléndida figura que mantuvo durante aproximadamente dos años y medio. Raquel dirige la clínica sevillana a la que la diseñadora acudía con regularidad una vez a la semana y a la que actualmente telefonea semanalmente desde Madrid. Allí se mimaba a base de medicina estética, como la mesoterapia y la cavitación, y se dejaba asesorar sobre el régimen que seguía basado en la ingesta de aminoácidos que repliegan el apetito.


Como la mayoría de las dietas tenía varias fases: una de adquisición de hábitos, otra de consolidación y otra de mantenimiento, fases que la doctora adapta al paciente según convenga. Consiste en ingerir hidratos de carbono bajos en almidón que sean de absorción rápida, combinarlos con frutas y verduras y unos sobres ricos en aminoácidos. Con ellos se persigue que el paciente pueda dejar de comer alrededor de las 19.00 de la tarde sin que sufra de apetito. «Se puede comer de todo, pero no es una dieta milagro», aclara Raquel García. La doctora lamenta que Vicky no haya podido seguir sus instrucciones tan a rajatabla como lo hacía mientras vivía en Sevilla: «Cuando la trataba yo estaba estupenda pero desde que se ha ido a Madrid ha cogido algunos kilos».

Desde su entorno madrileño lo corroboran: «Vicky es guapísima, no tiene ni una arruga y nada de celulitis, pese a lo que la gente pueda creer, pero es verdad que le sobran kilos... Este ritmo de estrés que padece le está haciendo engordar».

Un estrés provocado en un primer momento por la ardua mudanza que tuvo que llevar a cabo y que Vicky sabe cómo paliar. Su amiga, la esteticista Carmen Navarro, es la clave para estar radiante, lucir una piel perfecta y calmar su energía por unas horas. En su centro de la calle Sagasta de Madrid, la diseñadora se pone a punto al menos una vez al mes y, por supuesto, si tiene algún compromiso al que acudir. Para la cara utiliza un tratamiento rico en vitaminas de María Galland por el que siente predilección y que es «hidratante, regenerante y le viene muy bien para el estrés». Para combatirlo también recurre a masajes en las manos y otros tratamientos como la radiofrecuencia (que trabaja las arrugas, hidrata y reafirma), la cavitación (que libera grasa), la mesoterapia (redefine el cuerpo y previene el envejecimiento) o las ondas de choque, sus preferidas, (que tratan dolencias de tipo muscular, articular u óseas).

Entre trenes Ave, clínicas de estética y, por supuesto, su taller, se desarrolla hoy la vida de Vicky. Muy lejos queda ya para ella esa época de reses bravas y trajes de luces.

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