Ursula Andress y Cayetana de Alba se parecen

Estaban mi Cayetana Alba y mi Alfonso Díez pelando la pava por teléfono, y ella le dijo a él, con letra de bolero:

-Si nos dejan, nos vamos a querer toda la vida.

-Claro que sí, porcelanita -le dijo él-. Por mí que no quede. Cuando te veo salir del mar con ese biquini me recuerdas a Ursula Andress en 007 contra el Dr. No.

-Alfonso -le dijo mi Cayetana, con mucho aplomo-, el amor es ciego, pero tanto…

-Es que nuestro amor es como el de los loros -le dijo él. Y ella le dijo:

-¿Perdona?

-Ay, porcelanita -se explicó él-, no saques conclusiones precipitadas. Lo ha dicho Antonio Gala: «Los loros del lago Canaima se dejan morir cuando muere su pareja». Qué romántico, ¿verdad?

-No tengo el menor interés en las tonterías que hacen los loros -le replicó Cayetana, temperamental-. Más aún: si de verdad estuvieras ciego de amor por mí, yo no te recordaría a Ursula Andrés saliendo del agua en esa película de James Bond, sino a Halle Berry, que tiene un físico mucho más actual, cuando salía también del mar en Muere otro día, otra de Bond.

-Pero, porcelanita -le señaló Alfonso-, Halle Berry es café con leche…


-A ver, Alfonso -le espetó Cayetana-, ¿el amor es ciego o no es ciego? Si me ves como a Ursula Andress, a la que al fin y al cabo sí que me doy un aire, es que no estás ciego del todo. Qué desilusión.

-Que sí que estoy completamente ciego de amor, porcelanita -gimió mi Alfonso-. De hecho, ahora que me fijo, sí que te veo igualita a Halle Berry en biquini.

-Vale- dijo Cayetana -. Mientras no me veas igualita a Daniel Craig, cuando hizo de James Bond en Casino Royal y salía del mar en bañador, lleno de músculos y marcando paquete… Ya sólo nos faltaba que Daniel Craig, que se ha quedado en paro porque no hay dinero para otra película de Bond, vaya también a Sálvame queriendo contar cosas sobre ti y ganarse unas perrillas.

-Porcelanita -la tranquilizó Alfonso-, ese Daniel Craig ya está de capa caída. Para músculos, los de Bustamante. ¿No le has visto en el ¡Hola!? Se ha puesto casi como Aznar, ya sólo le falta irse a defender Melilla.

-¡No me digas, Alfonso, que tu ceguera de amor llega al punto de verme igualita a Bustamante! -exclamó Cayetena, enfurruñada-. Ya me había dicho mi Eugenia que, para estar ciego de amor por mí, te falta alcurnia.

-No tendré alcurnia, pero tengo un estómago que te cagas- dijo Alfonso, descentrado. Pero enseguida le aclaró que se refería a su barriguita, tan sexy, y entonces ella se emocionó y siguieron haciéndose arrumacos telefónicos.

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