Camilo José Cela, un consumidor de droga habitual

«La soledad es el premio más alto que nadie puede recibir. Y tengo un título muy señalado para decir esto: el de ser el gozoso solitario que soy, y uno de los españoles que menos premios literarios haya podido ganar en su vida: el de la crítica, el Nacional de Literatura, el Príncipe de Asturias, y el Nobel. La verdad es que tampoco necesito más, aunque nunca haya renunciado a ninguno», declaró el escritor Camilo José Cela, dentro del cursohomenaje a su obra que se celebra en El Escorial. El curso dedicado a Camilo José Cela, a quien le consideran un auténtico escritor de raza, capaz de innovar el lenguaje y la savia de los mitos eternos, está dirigido por Francisco Yndurain, catedrático de Literatura Española de la Complutense. El reciente premio Nobel lleva muchos años peleándose con lo que el llama «la bestia hirsuta», es decir, la letra impresa, el pensamiento y el buen orden de las conductas individuales y colectivas. «Ahora estoy navegando en las últimas singladuras de mi travesía. Asisto, entre atónito y sobrecogido, al amargo espectáculo de esta lucha por el pan, en la que ni entro ni salgo, porque, para mí, carece de todo tipo de interés», afirmó.

En la presentación del curso, Camilo José Cela describió con detalle el significado de tres de los conceptos más importantes en esta vida: libertad, seguridad y paz. Por ellos levanta la bandera, «porque son los firmes y airosos nudos con los que se debe levantar el progreso». Para Cela la seguridad y la paz son una misma cosa, y manifestó que es una falacia aseverar que pueda preferirse la injusticia al desorden o viceversa. «Confundir el procedimiento con el derecho -añadió- como tomar la letra por el espíritu, no conduce a la injusticia, situación que es fuente y a la vez escuela de aquel desorden». Así mismo se ha mostrado en defensa del hombre contra la congregación, el sindicato y el partido. «Levanto bandera por la persona frente al Estado, que arroja la dignidad con el oxidado aparato de la burocracia que no cesa; y contra la camarilla que entiende el gobierno de los pueblos como una sociedad de seguros mutuos». Cela describió así la situación de la literatura: «Ahora -dijohay una revuelta vida literaria, una cultura de noria girando sobre sí misma y una vida política escuálida, de campanario y de comité, pero que nadie se impaciente, porque al final triunfará la literatura». Camilo José Cela recalcó que aspira a defender la libertad sin apasionamiento alguno, sin demasiada fe, e incluso, sin una excesiva convicción.

Camilo José Cela se pregunta. qué puede importamos nada ante el gran negocio de la redención del alma, de todos los dolores, . vejámenes y castigos. «¿f3por qué llorar la'pérdida del latido del cuerpo cuando lo que se gana es la. conquista de la paz imperecedera?» Considera la libertad como una «facultad de hacer incluso lo que la ley prohibe, y, desde luego, no según la pauta que dicten los dómines. El natural enemigo de la libertad es el Estado, constreñidora entelequia con la que el hombre, para ser libre, no debería colaborar jamás. Y digo esto casi al borde de entonar la apología de las amargas muletas que permiten al hombre seguir caminando sobre dos pies». Esta convencido de que el hombre tiene que vivir su propia libertad, a espaldas de las ataduras, pues con la suma de todas las libertades puede acabar confundiéndose, con suerte y libertad para gozarla, en la misma e inabdicable libertad del hombre. «Anarcasis asegura que los inteligentes deliberan y los necios deciden. Probemos a seguir deliberando y dejemos la necesidad para quienes gobiernan, arbitran, deciden, parten y reparten». Así concluyó Camilo José Cela una conferencia que abre un curso de diecisiete actos sobre su persona, aunque él cree que sobra tela cortada, «porque a lo mejor tampoco tengo yo cuerpo bastante para tanto chaleco» dijo el Premio Nobel. 

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