El cine español no saca una película buena ni a tiros

«Lo que ya tengo más claro son los obstáculos que existen para hacer lo que, como profesional, siempre quise hacer». Así se expresa, a los pocos días de aterrizar en su nuevo despacho, el nuevo director general del ICAA (Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales), Juan Miguel Lamet. El relevo del anterior director, Enrique Balmaseda, ha sacado a este guionista y productor de su apacible vida («de salir en chándal a por el pan», según sus propias palabras) para meterle de lleno en la maquinaria administrativa. Apenas ha tenido tiempo de poner nada personal en su despacho (sólo un cartel de Viridiana y algún otro recuerdan al visitante que ese despacho se ocupa de los asuntos del cine) y ya ha hecho, como un personaje de Sten Nadolny, El descubrimiento de la lentitud. «La maquinaria es lenta -dice- como siempre que se maneja dinero público, y uno siente inquietud de ver que no se corre lo suficiente». Juan Miguel Lamet habló, en el momento de su nombramiento, de que el cine español estaba pasando la peor crisis de su historia.


Y en eso se ratifica, acompañando su afirmación de algunos datos. «Nunca ha estado el cine español tan bajo mínimos como ahora. En 1982 se hicieron 147 películas, y el año pasado, 62». «Hace diez años -continúa- el presupuesto medio de una película era de 35 millones, y ahora es de 150. Y ha habido una disminución drástica del número de espectadores». Factores sociológicos y la feroz competencia de la industria norteamericana están detrás de esa crisis. «Se ha producido un cambio sociológico en la forma de ver el cine -explica el director general; el material audiovisual ya no se ve sólo en las grandes salas. Y en cuanto al cine europeo, cuando éste retrocede, el cine americano da no ya uno, sino dos pasos adelante». Hablar del cine americano es hablar de una de las cuestiones más sangrantes en que se manifiesta esa competencia desigual, los lotes de películas; es decir, la imposición de la industria americana de vender sus productos por lotes, de modo que comprar el buen cine de Hollywood implica necesariamente adquirir buena parte de la bazofia que Hollywood también produce. «Este es uno de los problemas que tengo sobre la mesa -dice Juan Miguel Lamet- y tengo la voluntad de resolverlo por el diálogo intersectorial. Si no se resuelve así, estableceremos una normativa acogiéndonos al tribunal de la competencia para hacer que el mercado sea efectivamente libre». Si éstos son algunos de los problemas más palpables, también hay posibles vías de solución que resultan evidentes, según el nuevo director del ICAA. Quizá la más clara sea la colaboración entre el cine español y Televisión Española. Y ahí Juan Miguel Lamet tiene razones para el optimismo. 

«Creo que este problema se va a solucionar por dos razones -afirma, porque las relaciones cinetelevisión son casi de derecho natural y porque hay buena voluntad. La colaboración de Televisión en la financiación de las películas españolas se hará como la propia Televisión crea conveniente, por coproducciones, por medio de los derechos de antena, ya que es autónoma; pero ese soporte es fundamental para el cine». Las subvenciones han sido una de las cuestiones más espinosas y debatidas de los últimos años. «En este terreno no voy a introducir ningún cambio -anuncia Juan Miguel Lamet, excepto uno muy específico. Hasta ahora, sólo se tenía en cuenta para conceder una subvención el volumen económico. Yo voy a introducir de nuevo la necesidad de conocer previamente el guión; es decir, no valorar sólo el aspecto financiero y económico, sino el proyecto desde un punto de vista artístico».

En ese sentido, Lamet recuerda la doble vía que existe en los países europeos. «Una subvención automática por ingresos de taquilla, que tiene el inconveniente de favorecer sólo los gustos mayoritarios, por lo que se complementa con otras ayudas selectivas para no descuidar a un cine más arriesgado, más innovador o más de vanguardia». Otras viejas asignaturas pendientes están en trance de resolverse. Así, el director general espera que no acabe el 92 sin que se haya implantado definitivamente la informatización de taquillas. Por otra parte, hay un anteproyecto de ley que ajusta la legislación española a una directiva comunitaria que marca las cuotas de cine europeo que deben pasar por televisión. «Esto -afirma- será muy beneficioso para el cine español, y afectará especialmente a las cadenas privadas que no alcanzan esas cuotas, ya que TVE está por encima».

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