Algunos días del año que viene.

Estos días se cumple un año exacto de la investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat. No ha sido un año fácil ni para el gobierno ni para el conjunto de los ciudadanos. El gobierno ha tenido que tomar decisiones muy complicadas, que no sólo no estaban previstas sino que no nos ha gustado tomar. A nadie le gusta, y menos a los gobernantes, disponer de menos dinero para gastar, a nadie le gusta tener que recortar. Pero no queda otro remedio si queremos salir de la crisis y conservar nuestro mayor logro, el estado de bienestar. No hay más remedio si no podemos acudir a los mercados para conseguir más dinero y si el Estado no cumple sus compromisos financieros.

Los ciudadanos vivimos tiempos difíciles, probablemente los más difíciles. La crisis económica afecta a toda la sociedad. Tiene muchas caras: paro, privaciones económicas y aumento de la pobreza y con ellas una sensación creciente de angustia e incertidumbre que se extiende más allá de las numerosas personas que han perdido su empleo. Una desagradable sensación de desasosiego se ha instalado en los corazones de la mayor parte de los ciudadanos y pone de manifiesto que no somos indiferentes al sufrimiento, sino solidarios. No en vano este año, cuando más se necesita, se está batiendo un récord de recogida en los bancos de alimentos.

No pretendo con esta visión del presente convertirme en una suerte de Mr. Scrooge. Hoy es un día festivo, de celebración y de alegría familiar. Pero precisamente en un día como hoy los políticos no podemos olvidar los retos que tenemos por delante para poner fin a las penosas dificultades por las que pasan muchos de nuestros conciudadanos.

Debemos ser capaces de crear empleo y sólo será posible a través de políticas activas de ocupación, de la simplificación administrativa y de medidas de apoyo a los emprendedores.

Si generamos condiciones que favorezcan la creación de empleo, los ciudadanos se convertirán en artífices y cómplices de la solución, porque sólo a través de la creación de empleo se volverá a generar riqueza, y por tanto nuestra economía volverá a crecer. Y a la vez hemos de proteger a nuestros ciudadanos.

Y ello pasa por hacer posible la sostenibilidad del estado de bienestar, por priorizar educación, salud y prestaciones sociales, los pilares básicos que debemos ser capaces de garantizar. No será fácil, serán necesarios esfuerzos, sacrificios, grandes dosis de convicción y una gran fuerza de voluntad, pero hay unas líneas rojas que no se pueden atravesar. Es por ello que el próximo año las partidas presupuestarias destinadas a políticas sociales no se reducirán. Los necesarios ajustes que hay que acometer no las afectarán.

Aunque las circunstancias actuales no son halagüeñas, estoy segura de que, si se me apareciese el espíritu de la Navidad del año que viene, me mostraría que todo nuestro esfuerzo ha valido la pena. Nos mostraría que hemos sidos capaces, entre todos, de generar ocupación y riqueza y de mantener nuestro estado de bienestar. Nos mostraría que la política ha dado respuesta a las demandas y que ha recuperado credibilidad perdida a los ojos de muchos ciudadanos. Ojalá que esto sea una realidad la próxima Navidad. Mientras tanto desde CiU, apoyando la reactivación económica y manteniendo la política social, trabajaremos sin descanso para que así sea.

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