Analisis de ADN al hombre de los hielos

La intimidad es un bien que todo el mundo aprecia, pero que es difícil de mantener siempre a buen recaudo. Y si no, que se lo pregunten a Ötzi, un hombre que tuvo la mala fortuna de morir desangrado, herido por una flecha, en la cima de un monte de los Alpes hace 5.300 años y del que ahora lo sabemos prácticamente todo. Tenía los ojos marrones, sufría problemas coronarios, había padecido la enfermedad de Lyme transmitida por alguna garrapata... y le sentaba mal la leche.

Todo esto es parte de lo que los científicos han conseguido averiguar tras secuenciar el genoma completo del Hombre de los hielos, la momia más mediática de los últimos años, cuyos rasgos genéticos fueron dados a conocer ayer en la revista Nature Communications. Hasta ahora, los forenses habían descubierto muchas otras cuestiones más evidentes a simple vista, tras analizar los restos de esta momia excepcionalmente bien conservada de la Edad del Bronce.

El Hombre de los hielos se halló en septiembre de 1991 en el valle italiano de Ötz, cuando el deshielo veraniego puso al descubierto un cadáver enterrado en un glaciar. Los expertos ya habían comprobado que el cuerpo databa de hace 5.300 años y pertenecía a un pastor, un cazador, un guerrero o alguien a medio camino entre las tres cosas que murió desangrado por una herida de flecha en el hombro izquierdo. El sujeto tendría una edad de unos 46 años, lucía barba y pelo largo, medía un metro sesenta y era flaco y musculoso. Los investigadores lo bautizaron como Ötzi, por el valle de los Alpes italianos donde fue encontrado y donde murió. Había llegado allí huyendo de las tierra bajas, donde tres días antes había tenido una pelea en la que le partieron la cabeza y le atravesaron la mano con algo punzante.

Pero fue la flecha, disparada por la espalda y que le perforó el hombro, la que le mató. Se la dispararon en la cima de la montaña, en el mismo sitio donde expiró sobre la nieve a los pocos minutos. No le dio tiempo a acabar la digestión y en el estómago quedaron los restos de su última comida, un poco de ciervo acompañado con cereales. Era primavera o comienzo de verano, porque también tenía en la tripa y en los pulmones el polen de las plantas que florecen entonces.

Esta es la reconstrucción del personaje y de los hechos que hasta ahora habían realizado los investigadores, inspeccionando en todos sus ángulos los restos de Ötzi, una momia arrugada de 13 kilos y 150 centímetros de largo. El Museo Arqueológico de Bolzano, donde se conserva, le dedicó el año pasado una gran exposición al cumplirse el 20 aniversario del descubrimiento de los restos por unos excursionistas. En esa ocasión, el comisario de la muestra, el suizo Beat Gugger, mostró su satisfacción por todo lo que se había podido reconstruir sobre las circunstancias vitales de Ötzi. Pero ahora, la ciencia ha ido mucho más allá al explorar a fondo su ADN.

El análisis del genoma completo ha desvelado características desconocidas de este hombre de la Edad del Bronce, incluido su grupo sanguíneo, el color de sus ojos y las enfermedades que había padecido. En 2008, ya se había dado a conocer el resultado de un estudio del ADN mitocondrial, que es el que se transmite por línea materna. Ahora, el equipo internacional liderado por Albert Zink, del instituto EURAC de Bolzano (Italia), ha presentado la secuencia del genoma completo, en base al análisis del ADN de células del núcleo, que contiene el material de los dos progenitores.

El análisis revela que Ötzi tenía probablemente ojos marrones, portaba el grupo sanguíneo 0 y era intolerante a la lactosa, con lo que la digestión de la leche le resultaba difícil. Todavía hoy no todas las personas ni todos los pueblos toleran bien la leche. Éste es un rasgo que ha proliferado a medida que aumentaba el dominio del ganado, con lo que el Hombre de los hielos aún no lo tenía, pues pertenecía a un pueblo que, según los investigadores, carecía de una larga cultura agraria.
Picadura de garrapata

La secuenciación del genoma de Ötzi también ha permitido saber que tenía predisposición a los problemas cardiovasculares, algo que queda corroborado por la calcificación vascular que puede detectarse en la momia. Además, los investigadores han encontrado trazas genéticas del patógeno Borrelia burgdorferi, una bacteria transmitida por la mordedura de insectos como las garrapatas y que es la causante de la enfermedad de Lyme. Ötzi padeció esta infección y se trata esta de la primera evidencia conocida de un humano aquejado de esta dolencia.

Los autores del estudio genético, cuyo autor principal es Andreas Keller, de la Universidad de Saarland, en Alemania, y que ha sido llevado a cabo en laboratorios de EEUU, explican que ha sido la buena conservación de los tejidos proporcionada por el hielo y los últimos avances técnicos lo que han permitido ofrecer ahora el análisis completo. Desde 1994 se habían realizado estudios parciales, pero ahora ha sido posible hacerlo del todo con material nuclear extraído de un hueso de Ötzi. Éste, por cierto, tiene una secuencia genética poco parecida a los pobladores alpinos de hoy en día. En realidad, los individuos actuales más cercanos son los habitantes de Córcega y Cerdeña, en el Mediterráneo.

Quienes mataron a Ötzi nunca imaginaron que su crimen sería tan estudiado 5.000 años después.

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