La intimidad de los famosos se vende bien

Dice Jesús Santaella, conocido abogado con amplia experiencia en el mundo de la prensa, que no es exagerado reclamar 500 millones de indemnización a una revista por parte de alguien que se considere dañado en su honor e intimidad. «En España tal vea sea la cantidad más alta jamás pedida, pero en otros países, no», afirma. Quinientos millones son, exactamente, los que pide Santaella, en nombre del presidente del Banco de Santander, Emilio Botín, al periodista José Cavero y al director del semanario Epoca, Jaime Campmany, por publicar un comentario sobre un supuesto «apasionado idilio» entre el banquero «del 11%» (así apareció) y la actriz Carmen Maura. Era la cifra más alta que se había bajarado en asuntos del honor, pero en pocos días ha sido igualada con increíble rapidez: Alberto Cortina pide otros 500 millones al mismo semanario y Marta Chávarri va a reclamar también esa cantidad. En este caso, según el abogado Francisco García-Mon, la información publicada por Jesús Mariñas sobre una supuesta conversación de la pareja en un vuelo de Estados Unidos a España atenta contra su honor.


El director del semanario, Jaime Campmany, cree que con estas demandas se sobrevaloran informaciones publicadas en secciones frívolas. El periodista José Cavero, colaborador, también dice que su breve comentario sobre Botín era un rumor («aunque recibido de fuentes solventes», precisa), publicado como tal, sin ánimo de molestar a nadie. Pero lo cierto es que una sola revista se enfrenta así, en tan sólo unos días, a una reclamación de 1.500 millones de pesetas. La cotización que los personajes públicos hacen de su honor sube enteros a gran velocidad, como si de la Bolsa se tratara. Los 40 millones que un juez de Madrid fijó como indemnización para Sara Montiel por parte del diario Ya, en febrero de 1986, luego rebajados a doce por la Audiencia Provincial, parecen ahora broma, transcurridos apenastres años, aunque entonces fue la cifra más alta jamás fijada en un caso de honor. 

Hasta hace poco estas demandas solían provenir de las gentes de la «jetset». Ahora, el mundo financiero comienza la batalla. «Lo que pasa -asegura José Oneto, director del semanario Tiempo- es que vivimos un proceso de transición económica muy fastidiado, tras la transición política. Hay una guerra entre facciones y la prensa se ve afectada por ese terremoto de la banca». Porque, en su opinión, en la gran banca hay una lucha por el poder en la que inevitablemente está implicada la prensa, ya que «la prensa refleja esa lucha de los poderes económicos». 

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