Competencia entre el Hola y Diez Minutos

Nostradamus, el vidente, no Octavio Aceves, sino Miguel de Nostradamus, profeta francés del XVII, ya lo había predicho: la de Bagdad no sé si será la madre de las batallas, pero sí -de hacer caso a Nostradamus; y éste es el comodín de los vaticinios, que igual vale para un roto que para un descosido- la primera de las guerras, que animarán la última década del milenio. Lo de Nostradamus nos lo recuerda Tiempo. La guerra hasta ahora, con Nostradamus o sin él, no es más que una fotofija de Hilario Pino o de John Hollimann y un sonido, monótono, telefónico. 

La guerra, desde este jueves último, octava de aquel primero cuando Bush se enteró por la CNN del marido de Jane Fonda -dónde está, Jane, tu aerobic proHanoi/antiVietnam- de que la guerra había comenzado; la guerra, desde este jueves, digo, ya tiene color, el color que le pone Hola. 

Parece una frivolidad, y no lo es: la sanacina del Golfo luce muy bien en Hola. Qué hermosura de álbum fotográfico, qué boda real la de Bush-Husein, qué veinte páginas de curruscante y sabroso color, contada de oído por ese corresponsal de guerra, gato con botas de siete leguas, amarrado esta vez a su mesa de Hola, que es nuestro entrañable Tico Medina (Tico, y no Escolástico). 

Semana no se queda atrás, que la competencia es mucha, y derrochaba también la vieja publicación del corazón luz y sonido, que el espectáculo es majestuoso; como lo es, asimismo, la catarata de palabras escritas, que esta revista,pone su excelente cuarto de espadas, con un, entre otras cosas, buen perfil biográfico de Sadam Husein, por ejemplo. En Semana, además, salen las madres de los soldados (españoles) del Golfo. 

Desde que en los años treinta ABC sacó en portada -y eso que, entonces, creo, no hacía las portadasimpacto Luis María Ansón la madreviuda (o sea de negro) de un guardia civil y un titularalarido: «Los guardias (asesinados) también tienen madre» (o algo así), las madres siempre han dado mucho juego. Las madres, en Diez Minutos, se consideran razonablemente insumisas: «Que nuestros hijos se tiren al mar y que vuelvan nadando». 

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