El arte moderno es un cuento chino

Eso de 'creadora audiovisual' de arriba es por poner algo, porque María Cañas (en realidad, María Rodríguez-Cañas de los Reyes, Sevilla 1972) no se siente otra cosa que artista. Iconoclasta, fetichista, gamberra, afterpunk y, sobre todo, muy trabajadora, Cañas trabaja en solitario con su ordenador, un poco obligada por el raquitismo de la industria del cine y un mucho porque quiere. Galardonada con uno de los primeros premios de la Consejería de Cultura a la creación joven, un montaje suyo -Kiss the fire- ha inaugurado como sala de exposiciones la antigua iglesia de Santa Lucía, que, incluida en el proyecto Iniciarte, se ha recuperado siglo y medio después para uso público.

Pregunta.- ¿El arte moderno qué es?

Respuesta.- El arte moderno son nuevos caminos de expresión.La mente humana va como evolucionando y se le queda corto el barroco, el cine clásico. Para mí, es tener algo dentro que tienes que sacar de alguna manera. Imagino que yo me llevaré toda la vida buscando mi camino, por ahora creo haberlo encontrado, pero no sé cómo voy a acabar, lo mismo termino pintando otra vez.En realidad, para mí, el arte es una necesidad. Es como aquello que decía Truman Capote, cuando Dios te da un don también te da un látigo con el que te fustigas.

P.- ¿Qué tanto por ciento de cuento chino hay en el arte moderno?

R.- Como en todo. Al final se trata de honestidad. Si me dijera que soy una sinvergüenza y que le tomo el pelo a la gente, me cabrearía, porque le echo tanto trabajo, me quito tanto de vida, de salir, de estar con mis amigos, de disfrutar Le echo tanta pasión, tanto amor, tanta energía que, si me dices que soy una cuentista, me entran ganas de pegarte un puñetazo. Pero sí, hay mucha gente que son unos figuronazos. A mí lo que no me gusta nada es el ambiente del arte, porque, al final, los artistas qué somos, pues peleles en manos de políticos. Desde fuera se ve todo muy bonito, pero los artistas de verdad somos unos currantes que dependemos de políticos y de gente para que saquen nuestros productos fuera.

P.- ¿Sevilla es tan carca como algunos dicen?

R.- Hay de todo pero, cuando voy a los sitios, como ahora que he estado en Berlín, la verdad es que les caemos muy bien. Les resulto como un elemento exótico y vitalista. En Barcelona también me tratan estupendamente. Tengo amigos vascos y catalanes que me llaman para preguntarme qué hay que hacer para presentarse al programa Iniciarte. Verdaderamente, creo que se nos está quitando ya el sambenito ése y, más que nada, cuando con todo el mundo que hablo digo 'Sevilla', a la gente se le ilumina la cara del buen tiempo que tenemos aquí, de lo bien que se vive, del hedonismo Yo me he ido a otras ciudades y lo más que he aguantado fuera ha sido un mes o dos. Me gusta esta ciudad. No cambio Sevilla por nada, pero lo que no me gusta es eso de 'somos lo más mejón'.

P.- ¿Lo que están haciendo con el centro es arte moderno?

R.- No me gusta nada, la verdad. Creo que es un despropósito.Las catenarias me parecen un horror. Desconozco el tema y no sé si es que técnicamente no se podía hacer de otra manera, pero el tranvía me parece horrible. Tanto la publicidad brutal que le ponen como las catenarias, que me dan miedo. Y las 'setas' eran para haberlas hecho en la Expo. Allí hay un terreno que me parece que está desaprovechado.

P.- Se supone que una artista moderna como usted debería comprender estas innovadoras medidas.

R.- Es que se trata simplemente de estética, porque el arte es muy subjetivo. A mí en el arte contemporáneo puede haber cosas que me encantan y cosas que no; desde ese punto de vista, ver la perspectiva del 'metrocentro' con esos palitroques En cuanto a las 'setas', pues sí, hay edificios como el Reina Sofía, edificios modernos que se hacen, la misma utilización que se ha dado al monasterio de San Clemente, y me gustan, pero las 'setas' no las termino de ver, como que no se me integran.

P.- ¿Qué Sevilla le resulta más reaccionaria, la conservadora de las cofradías y la cabalgata o la oficial que pretende implantar su modernidad a toda costa?

R.- Las dos. Lo que veo ahí es un gran analfabetismo. Unos, por ser reaccionarios de tradición y de cerrazón; y otros, por eso de querer ser europeos y porque hacen tres viajitos a Berlín y ven eso que hay allí y ya tienen que hacerlo igual aquí. Me parecen iguales. Pero es que se pone uno a hablar de Barcelona y fíjese cómo están allí los transportes públicos, un desastre.Es que, en general, yo me veo más anarco, no hubiera hecho así las ciudades nunca. Me gustan más las de Dinamarca, Suecia, pero fíjese también lo triste que es allí la gente. En realidad, es que los humanos somos tan imperfectos.

P.- ¿Qué película le gustaría hacer de Sevilla?

R.- ¿De cosas típicas de aquí? Ninguna. Para qué le voy a mentir.Quizá sacaría a personajes de la calle, como el negro que se disfraza para vender pañuelos o la Pantojita, la gente así tiene una pureza que no tienen, por ejemplo, los políticos. Como cuando Passolini hizo un documental sobre el amor y se fue a entrevistar a gente de los pueblos de la Italia profunda. Yo creo que me hice artista precisamente por eso, por buscar la pureza y la libertad. Aunque, al final, tengo que reconocer que estoy peor que un oficinista.

P.- ¿Qué sensación le produce saber que está reestrenando una iglesia que se ha llevado siglo y medio cerrada al público?

R.- Para mí es algo muy grande. No le digo que sea atea, pero sí muy escéptica de todo. Sin embargo, ver un espacio así, con ese misticismo propio de las iglesias y decir yo, pues aquí están paseándose mis fantasmitas, mis mitologías, mis monstruos El día de la inauguración estaba 'atacá', me sentí muy chica.

P.- ¿Y sabe que por esta iglesia han estado suspirando hasta hace poco tres cofradías?

R.- Yo no quiero piques con las cofradías, pero ellas tienen que entender que ya tienen muchas iglesias y porque nos dejen una a los modernos no se pierde tampoco nada. Santa Lucía llevaba, además, muchos años desacralizada, pero a mí me encantaría que ahora entrara por ahí un paso mientras se proyectan mis vídeos.

P.- El marco, sin embargo, le viene bien, porque usted es un poco iconoclasta. Le gusta desmitificar los tópicos sevillanos, como el de los toros.

R.- En realidad dejo mensajes más abiertos, más sugerentes. Es como más rico, le lanzo humor, misticismo y poesía para que usted coja el camino que quiera. Es plantear que la corrida de toros también tiene momentos 'serie B', como cuando a Curro Romero le tiraban almohadillas. Yo no quiero cargarme a nadie, la gente a lo mejor puede sentirse ofendida, pero en realidad me río de mis fantasmas. No lo hago para joder, ni con malicia. Simplemente, es buscar la otra cara de las cosas, el reverso de la vida. Mi reto es ése.

P.- ¿Qué le ha parecido el cartel de la Maestranza que ha pintado Miquel Barceló?

R.- Ya le digo que el arte es muy subjetivo, pero a mí no me gusta. Y mira que Barceló tiene cosas buenas, sin embargo, este cartel a mí no me dice nada. Pero no porque sea moderno, porque el del año pasado sí me gustó. De todos modos, me parece fantástico que la Maestranza apueste por el arte contemporáneo para sus carteles.

P.- ¿Hay arte contemporáneo en la Semana Santa o en los toros?

R.- Yo no lo veo. Está todo muy estanco. En todo caso en acciones, por ejemplo en lo que decía de las almohadillas que le tiraban a Curro Romero o las corridas de Jesulín con las mujeres tirándole las bragas, que son performances.

P.- Como performance, ¿qué le parece la cabalgata del Ateneo?

R.- A mí me gusta ver a los chiquillos, creo que está hecha para ellos. Con esos colores, esos materiales y los iconos propios de los niños, para lo que sirve está bien. No vas ahora a llenar la cabalgata de arte contemporáneo superfantástico.

P.- ¿Dónde está el arte contemporáneo en la vida cotidiana?

R.- En la gente. Después estamos los profesionales del arte para transformarlo en objetos, en vídeos, en pinturas.

P.- ¿Qué ha supuesto para usted la ayuda que le ha dado la Junta de Andalucía?

R.- Ha sido fundamental. Si no hubiera sido por ella, ahora estaría deprimida, porque me he llevado muchos años trabajando sin cobrar.El premio Iniciarte me ha permitido viajar y comprar material nuevo.

P.- ¿No está demasiado sola la Administración apoyando el arte moderno?

R.- Sí, tendría que haber más gente, mecenas privados. Sé que la galerista Carmen Carmona está trabajando en algo gordo, también la empresa Grúas Lozano ha organizado algo hace poco. Están también los de Focus-Abengoa, pero no son suficientes.

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