Bañuelos se hizo rico de la nada

Es 300 millones de euros más rico que Emilio Botín -1.130 millones frente a los 830 del presidente del Banco de Santander, según la revista Forbes-. Llegó a ganar 9.000 millones en un año gracias al ladrillo. Se llama Enrique Bañuelos y es el único empresario inmobiliario, junto con Manuel Jove, dueño de Fadesa, al que la crisis no logró tumbar. 

Salió de España para probar suerte en China, Rusia y Estados Unidos. Fue en Latinoamérica donde encontró la llave del éxito. ¿Cuál es la clave de este Midas de los negocios? «Me alojaba en hoteles baratísimos, aunque siempre céntricos, me vestía con mi mejor traje y aprovechaba la agenda que había acumulado durante años. Contaba cada céntimo. Y si gastaba, era con un fin. Como inversión», reveló.

Bañuelos hizo de su trayectoria en el mercado inmobiliario su mejor profesor. Precisamente, su nombre vuelve a estar presente después de adquirir el 55% de Fitout, un gestor de centros comerciales brasileño participado por Jaime Lopes, según apuntaron a Europa Press fuentes próximas al empresario, y que está desarrollando ocho proyectos en Brasil. Se trata de São Paulo, Minas Gerais, Santa Catarina, Paraná y Espírito Santo.

Fitout está participada por Jaime Lopes, quien en su día fue responsable del auge de los centros comerciales que promovió en Portugal el grupo de Américo Amorim. Precisamente, esta división fue adquirida después por la inmobiliaria española Chamartín. Bañuelos ya cuenta con un socio financiero para llevar a cabo proyectos con Fitout, según confirmó Europa Press. 

Con esta operación, Bañuelos ratifica su apuesta por Brasil, donde además analiza un proyecto inmobiliario en la ciudad de Curitiba en alianza con la firma internacional Fundación Metrópoli. A través de Veremonte, el vehículo que utiliza para realizar sus operaciones, el empresario volvió a hacerse de oro diversificando sus negocios. 

Hace poco más de dos meses, compró el 28% de la tecnológica española Amper cuando esta compañía acababa de cambiar su modelo de negocio para salir de la crisis. El que fuera dueño de la inmobiliaria Astroc puso 20 millones de euros sobre la mesa para convertirse en el primer accionista de la compañía. 

Enrique Bañuelos sigue apostando ahora por Brasil, pese a que se ha deshecho de algunas inversiones que tenía en el país latinoamericano en negocios inmobiliarios y de alimentación. Vendió su parte en el grupo inmobiliario PDG Realty y el agroindustrial Vanguarda Agro. En ambos casos se trata de grupos que surgieron de la fusión de varias compañías, adquiridas y desarrolladas por este empresario valenciano.

El negocio de la minería fue otra de las apuestas de Bañuelos tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. De hecho, compró un 19,34% de Gladiator Resources, una empresa australiana que explotará minas de hierro en Uruguay.

Siguiendo su estela inmobiliaria, Bañuelos se embarcó también en negocios del ladrillo en Curitiba. Allí está dirigiendo varios proyectos inmobiliarios relacionados con viviendas y centros comerciales y logísticos. Es más, estuvo interesado en la compra del 60% de la firma inmobiliaria brasileña Union Ville, pero rehusó cerrar la operación al considerar que esta empresa «no presenta los parámetros estructurales y formales que posibiliten la inversión», informa Europa Press. 

No cabe duda de que este empresario del ladrillo aprendió bien la lección tras su fracaso inmobiliario. En Valencia lo conocen como el Rey Midas, porque siempre convierte en oro todo lo que toca. Supo aprovecharse de los vaivenes de las acciones de Astroc en Bolsa. De hecho, nada más estrenarse en el parqué la empresa se revalorizó más de un 1.000%. Sus títulos pasaron de valer seis euros a cambiarse a más de 70. Aunque en abril de 2007, con el estallido de la burbuja, la acción empezó a caer y no paró. 
En los últimos años, Bañuelos centró sus inversiones en Brasil, diversificando su actividad entre empresas inmobiliarias, de alimentación, telecomunicaciones y minería. No obstante, al llegar a este país, sus negocios se centraron en el sector inmobiliario, donde se convirtió en el es primer accionista del grupo PDG Realty, que después vendió. 

La sociedad Veremonte está analizando otras inversiones en compañías españolas con actividad en Latinoamérica, por lo que confía en cerrar alguna otra operación.

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