Amor platónico, nueva serie turca de 8 capítulos, recomendada.-

Amor platónico es una de esas series turcas que empiezas pensando “va, solo un capítulo para probar” y acabas con ojeras porque te la has devorado entera. El escenario es el Hotel Luna Azul, un rinconcito con encanto en la costa, donde Nezahat, una madre que no se le escapa una, lleva las riendas junto a sus dos hijas: Gülten, la responsable y seria, y Nedret, la soñadora y alocada. 

AMOR PLATÓNICO, ya está en el foro ruso.

Hasta aquí todo bien. La rutina diaria, el trasiego de huéspedes, las cuentas que nunca cuadran… Lo normal.

Amor platónico, protagonistas de esta novela turca en la portada, riendo

Pero claro, llega él. Kaan. Guapo, misterioso, con sonrisa de póster y ese aire de “yo no rompo un plato”… cuando en realidad viene con cuchillo y tenedor dispuesto a llevarse el hotel entero. Porque sí, su plan es comprarlo. Lo que no había calculado es que, nada más cruzar la puerta, va a despertar suspiros a diestro y siniestro. Y no precisamente de una sola persona, no. Las dos hermanas se quedan prendadas. Una intenta disimular con cara de “a mí no me afecta”, la otra directamente se monta la película romántica en la cabeza. Resultado: caos asegurado.

El enredo es de manual, pero contado con tanto humor que te engancha. Una se enfada porque cree que él la mira a ella más que a la otra, la otra se ilusiona con cualquier palabra que él suelta, y mientras tanto, Kaan se hace el loco… pero por dentro empieza a sudar porque sus sentimientos ya no encajan con el plan que llevaba bajo el brazo. Y es que, claro, una cosa es querer comprar un hotel, y otra es enamorarte de las personas que lo habitan.

La madre, Nezahat, es la que da el contrapunto. Ella no se fía ni un pelo. Tiene esa intuición de madre que nunca falla: “este chico es demasiado perfecto, algo esconde”. Y no se equivoca. Eso sí, sus escenas son oro puro. Tiene frases con retranca, pone los ojos en blanco cuando ve a sus hijas suspirar y parece decir: “Ya veréis vosotras…”. Es el personaje que pone los pies en la tierra mientras todos los demás flotan en su nube de amor.

Lo más divertido es que todo ocurre en el marco de un hotel pequeño donde, claro, nada pasa desapercibido. Los empleados meten la pata cada dos por tres, los huéspedes se meten donde no les llaman y cualquier rumor se magnifica hasta convertirse en tragedia… o en carcajada. La típica situación de alguien que escucha media conversación y corre a contarla con otra versión totalmente distorsionada. Y así, de lío en lío, los capítulos vuelan.

Además, el Hotel Luna Azul no es solo un decorado: es un personaje más. Ese patio lleno de flores, esas habitaciones con vistas al mar, esos desayunos donde todo el mundo parece estar enredado en un asunto sentimental… dan ganas de reservar habitación ya mismo. Es el lugar perfecto para que nazcan romances, y también para que las mentiras queden atrapadas en las paredes hasta que alguien las destape.

La gracia de Amor platónico es que juega con lo que todas sabemos que va a pasar: que tarde o temprano el secreto de Kaan saldrá a la luz, que las hermanas descubrirán la verdad y que habrá lágrimas, reproches y seguramente algún portazo. Pero mientras tanto, el viaje es tan entretenido que no importa. Es como cuando ves venir una ola en la playa: sabes que te va a empapar, pero aun así te tiras de cabeza.

Y claro, la pregunta del millón: ¿con quién se quedará Kaan? ¿Con la sensata Gülten o con la soñadora Nedret? ¿O ninguna lo perdonará cuando salga a la luz que, al principio, solo jugaba con ellas? Ese es el gancho que te mantiene capítulo tras capítulo. Aunque, siendo sinceras, muchas veces ni te importa la respuesta: lo disfrutable está en los piques entre hermanas, en los gestos torpes de Kaan cuando se le cae la máscara y en esos momentos de humor que convierten la serie en un placer culpable.

Amor platónico no es solo un enredo amoroso, es un recordatorio de que el amor no entiende de planes, ni de secretos, ni de estrategias empresariales. Llega cuando menos lo esperas, y muchas veces lo complica todo. Pero también lo ilumina. Es esa mezcla de carcajadas, suspiros y giros inesperados que hace que termines el capítulo diciendo: “¡Venga, uno más!”.

En resumen, es una serie perfecta para quienes disfrutan con el romanticismo turco de toda la vida, pero con un aire más ligero, fresco y con un puntito de humor que la hace muy cercana. Si alguna vez soñaste con un verano en un hotel junto al mar donde cada día pasa algo inesperado, Amor platónico te da esa escapada sin salir del sofá.

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