El Villarreal dijo ayer adiós a la Champions tras caer ante el Manchester City con un Silva estelar. Sus cuatro derrotas en cuatro partidos lo dicen todo. Ahora sólo le queda soñar con lograr la plaza para la Europa League, algo que parece misión imposible.
El mal inicio de temporada, la falta de ideas y, sobre todo, la mala suerte en forma de lesiones han dejado al submarino muy tocado. Visto lo visto, hasta la eliminación de Europa le puede venir bien para centrarse en la Liga, porque lo ocurrido era una muerte anunciada.
Ayer los amarillos se jugaban el todo por el todo con ocho bajas cruciales. Con un once más del filial que del primer equipo, el Villarreal se aferraba a un milagro. Y eso que la apuesta pareció salir bien en la primera media hora. El cuadro local le metió mucha intensidad al partido con unos chavales extramotivados por estar en un partido en el que nunca imaginaron ser protagonistas.
Hernán Pérez se movía eléctrico y puso a prueba a Hart con un disparo envenenado que detuvo el cancerbero. Fue un plus de moral ante un City sin Agüero y Dzeko en ataque. Los ingleses dejaban hacer a los de Garrido y sólo Silva y Touré parecían imponer su ley en el centro del campo.
Al Villarreal le costaba llegar y con el paso de los minutos empezó a mostrar sus carencias y, quizás, la inexperiencia de los chavales en un partido de estas características pasó factura.
Al City sólo le valió con pisar un poco el acelerador y desarbolar a su rival. Así llegó el primer tanto. Silva robó un balón en el centro del campo y asistió a Touré, que mandó el balón a la red fuera del alcance de Diego López.
Los amarillos bajaron los brazos y los ingleses empezaron a manejar el partido a su antojo. La bestia había despertado y dio el golpe defnitivo al filo del descanso, cuando Musacchio derribó dentro del área a Balotelli tras otro pase de Silva.
El italiano no falló y dejó el
partido visto para sentencia ante la impotencia de un rival menor. En la reanudación, los amarillos salieron a la desesperada, buscando la heroica, pero los de Mancini no dieron margen a la sorpresa y frenaron el ritmo del partido buscando sus opciones con Silva guiando la maquinaria del City y, bien secundado por Touré.
El Villarreal no daba más de sí y arrojó la toalla. El cuadro citizen no se cebó en exceso y el canario fue el primero en salir en busca de descanso, pero amplió la brecha de nuevo con el segundo de Touré tras un gran pase de Balotelli, sin forzar. Con todo decidido, Mancini decidió cambiar al bigoleador por Agüero, quizás para calentar un poco más a la grada de El Madrigal, que volvió a demostrar su descontento con un equipo que no ha dado pie a soñar en una competición que un día le hizo grande en el continente.
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