Imágenes de violencia en la televisión
Veo en el Telediario la sangre de los indefensos habitantes de Sarajevo muertos y mutilados, abatidos en una calle de su ciudad sobre inmensos charcos de sangre; esas terribles imágenes tomadas oportunamente por la televisión de Bosnia poco después de que las granadas lanzadas por las milicias serbias disolvieran abruptamente la cola del pan. Son realmente aterradoras, por mucho que el locutor nos haya advertido con múltiples cautelas: «Vamos a mostrarles unas imágenes terribles que...», nos decía. Realmente lo son.
Tanto que pienso, con temor, si mi hijo no estará viéndolas en casa. Telefoneo y compruebo que sí, que las ha visto.
Y me acuerdo de un informe reciente de la UER (Unión Europea de Radiodifusión), en el que se recomendaba vivamente a las televisiones públicas el no banalizar la violencia, el evitar que, en sus emisiones, las imágenes de sangre, de muertes violentas, aparezcan como algo habitual, casi cotidiano y «normal». Banalizar la violencia: es un riesgo real.
Mi hijo estaba a mi lado es día, cuando el telediario de la tarde repitió esas imágenes de la matanza de Sarajevo, y entonces me esforcé porque no las viera: primero intentando llamar su intención sobre otra cosa, y luego, abiertamente, diciéndole que él no tenía que ver aquello, que no era apropiado para niños. Cuando me dijo que ya las había visto tuve la sensación de que a él le impresionaban menos que a mí.
Y me acuerdo de un informe reciente de la UER (Unión Europea de Radiodifusión), en el que se recomendaba vivamente a las televisiones públicas el no banalizar la violencia, el evitar que, en sus emisiones, las imágenes de sangre, de muertes violentas, aparezcan como algo habitual, casi cotidiano y «normal». Banalizar la violencia: es un riesgo real.
Mi hijo estaba a mi lado es día, cuando el telediario de la tarde repitió esas imágenes de la matanza de Sarajevo, y entonces me esforcé porque no las viera: primero intentando llamar su intención sobre otra cosa, y luego, abiertamente, diciéndole que él no tenía que ver aquello, que no era apropiado para niños. Cuando me dijo que ya las había visto tuve la sensación de que a él le impresionaban menos que a mí.
Tal vez no las entendía del todo. Dudo que él conociera la diferencia entre ese tipo de imágenes violentas y esas otras que cualquier niño ve inevitablemente en esos anuncios de promoción de películas como Ruta suicida o Desaparecido en combate; esas promociones que se emiten a cualquier hora y en las que el Clint Eastwood, el Chuck Norris del mornento disparan, golpean, hieren y matan como la cosa más natural. La UER llamaba la atención sobre el riesgo de acabar con los sentimientos de compasión de los espectadores.
Pero, tras la ración diaria de imágenes brutales, ¿quién puede conservar su capacidad de compasión? Haciendo zapping entre las parabólicas he visto hace unos días en el Sky Channel un anuncio sobre el compromiso de ese canal de no poner programas de contenido violento a horas en que los niños pueden verlos. Y la propia BBC se ha planteado la necesidad de censurar determinadas cosas que pueden resultar morbosas. Claro que, para tremendas, esas otras imágenes que también nos traía el telediario el mismo día de lo de Sarajevo: esos dos chicos abrasados en un incendio en La Coruña; sus cuerpos calcinados... Eso también es violencia.
Comentarios
Publicar un comentario