Lolita Mundana es una fiestera
Lolita Mundana es una chica que, como muchas otras, trabaja o estudia de día, y sale de noche. Cuida su cuerpo con esmero, a ratos en el gimnasio, a ratos en la piscina, a ratos con una dieta. Por la mañana viste anchos vaqueros 501, chaqueta de tweed con hombreras y zapatones gruesos y ultraligeros, y recoge su ondulada melena suavemente hacia atrás con una diadema de terciopelo. Es responsable en el trabajo y saca buenas notas, incluso en los cursillos extra que atiende para perfeccionar profesión y hobby.

El vil metal está de moda, la erótica del oro hace furor en las noches de la ciudad, y nuestra Lolita, prudente consumidora de todos los últimos gritos, se enfunda en un insinuante minivestido de lúrex dorado, fulgurante, ceñidísimo y bailón, con la única y loable aspiración de divertirse, beber champaña y danzar hasta que caigan las luces de la noche . A esa misma aspiración se adhiere también la indumentaria fabricada en lycra, una magnífica fibra artificial inventada para la producción de ropa interior y deportiva, y que hace pocos años invadió el mundo del Prêt à Porter (de la mano de uno de los genios de los años 80, Azzedine Alaïa). En la actualidad, su cualidad superelástica e indeformable la convierte en textil estrella de las prendas discotequeras. Teñida de oro y plata, o cubierta de lentejuelas, dá forma a vestidos y bodys que serían el último capricho de la Srta. Betty Boops. Pues nuestra mundana es, ante todo, joven y exuberante, y por muy poquito, lo puede tener todo. A ella le importan bien poco las elegancias rígidas de los ricos y famosos, o el lujo enlatado y carísimo de los poderosos.
Ella es un torbellino, un vendaval y sólo pretende pasarlo muy, muy bien. Lolita Mundana sufre en sus felices carnes la fiebre del sábado noche, y brinda por ello. Los vestidos elegidos, eplendorosos y ceñidos a un cuerpo perfectamente modelado, contienen a la vez la simplicidad imaginada de la cienciaficción y el guiño provocativo del oro falso. Es una rutilante Barbie reinventada en el centro de la fiesta, haciendo creer a todos que es una preciosa, y divertida muñeca-objeto y riendo abiertamente ante todos y ante todo. Es la frivolidad sin malicia y la burbuja de la juerga. Es como el champaña más exquisito: burbujeante, sensual, ligera y dorada. Una imagen espectacular para las grandes fiestas.
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