A mi no me preguntes, sólo soy una chica.

Está muy bien que la Unesco proteja los tres conjuntos. Yo iría más lejos. Hay que proteger los conjuntos monumentales andaluces contra su mayor enemigo, que son las normas urbanísticas municipales. La Unesco ha reconocido que con Doñana no pudo Guerra, con la Judería no pudo la degradación turística y con el Albaycín no ha podido la especulación. Son tres distinciones de las que sus responsables no tienen la culpa.

Carmen saca la navaja de la liga.- Esta Carmen no es la de Merimée ni la Carmen de España de Carmen Sevilla. Como estamos con los símbolos españoles, al fondo de la declaración de la Unesco tiene que haber una Carmen. Una Carmen que no sé cómo llamarla, si Carmen Rossi, Carmen Martínez-Bordiú Franco o ya Carmen Federici. Para celebrar por su cuenta lo de la Unesco, de momento esta Carmen se ha sacado la navaja destructora de la liga y ha echado abajo una casa del barrio de Santa Cruz sevillano preciosa que se compró y que le habían facheado sus amigos Vittorio y Luchino, que tan de Carmen son que hasta le han puesto su nombre a una colonia para regalar a las legítimas en las presentes Pascuas. La historia de Carmen tiene juez y todo, que ha mandado paralizar las obras de reforma. 


Las obras de reforma en los conjuntos monumentales, por culpa de los ayuntamientos, es que no vale reconstruir lo que había, sino que hay que hacer algo progresista y moderno. Ya digo que más le valiera a la Unesco cambiarle la mentalidad a los ayuntamientos en vez de dar tantos perifollos.

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