Grafitis en Madrid

Año 2007. Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid, declara la guerra al grafiti -de ahí la posterior Modificación de la Ordenanza General de Protección del Medio Ambiente Urbano- y lo tilda de «falsa expresión artística». 

Año 2008. Un grupo de creadores de la escena urbana de la capital integrado por 3ttman, Nuria Mora, Eltono, Spok y Nano 4814 recibe una invitación de la Tate Modern para intervenir en las inmediaciones del afamado museo londinense. 

¿Escenario bipolar? ¿Diálogo de sordos entre la autoridad y los genios del spray? ¿Pulso de los despachos a la calle (y viceversa)? Añádase la recurrente acusación de vandalismo, la denunciada persecución de los mensajes con carga crítica y el plus de excitación de todo debate en torno al arte contemporáneo y el panorama, a la fuerza, debería ser desalentador. 

Todo lo contrario. La capital funciona en la actualidad, y desde hace ya algún tiempo, como uno de los escaparates mundiales del denominado posgrafiti, factoría avanzada de nuevos lenguajes y materiales (cemento, juegos de luz en marquesinas, apuesta por las formas geométricas) e incluso polo de atracción para artistas foráneos.

«Sigue teniendo un punto de locura... Con la tendencia actual de las ciudades europeas a transformarse en parques asépticos para turistas adinerados creo que Madrid es una excepción y los jóvenes con inquietudes lo agradecen. ¡A ver cuánto dura!», se sincera 3ttman, instalado en la ciudad tras llegar de Francia. Como en su momento sus colegas Eltono y Remed. 

«Madrid es una de las ciudades con más talento en lo que a street art se refiere y, curiosamente, una de las ciudades dónde menos tolerancia y apoyo existe hacia el mismo», expone Neko. «Sin duda, posee arte en la calle de primer nivel. Pero desgraciadamente, nuestra presencia a nivel internacional en eventos de gran relevancia es nula. Me refiero a proyectos institucionales como la muestra Art in the Streets (MOCA) o Crack-n-Shine (Londres), donde no hay ningún artista no ya madrileño, sino español». 

En cualquier caso, cada vez son menos infrecuentes las experiencias de artistas locales en el extranjero (el colectivo Boa Mistura se instaló en Sudáfrica en 2011). 
Sin llegar a comprometer el lugar de privilegio que ocupa Zaragoza gracias al festival Asalto, pero sí con suficiente entidad como para reivindicar su lugar en el circuito debido a los trabajos de Alberto de Pedro, Noaz, Parsec!, Vota Dier, Rosh... principalmente en los barrios de Lavapiés y Malasaña, Madrid presenta ya una idiosincrasia propia. 

Singulares son los safaris urbanos del Instituto Cervantes y La Casa Encendida; la oferta de la galería especializada Ink And Movement, con presencia en la web desde hace más de cuatro años; el taller El Keller, abierto al público en el Centro Social La Tabacalera, y el blog Escrito en la pared, que documenta y analiza intervenciones desde 2006.

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