Los morosos y sus dramas
Miguel del Arco destapó la situación en el transcurso de la ceremonia de entrega de los Premios Max 2011, en los que fue el triunfador con siete premios para su montaje La función por hacer. En el escenario y con un Max en la mano, Del Arco dijo que «si los ayuntamientos siguen sin pagar se acabará la fiesta del teatro». La denuncia del director y dramaturgo dio voz ante la opinión pública a todas aquellas compañías que, como la suya, se encuentran entonces y ahora estranguladas económicamente debido a los impagos por parte de las administraciones locales.
La situación es la siguiente: En los años de crecimiento de la burbuja inmobiliaria se disparó la construcción de teatros y auditorios en las capitales de provincia, impulsados casi en su totalidad por los municipios y las comunidades autónomas.
Una vez construidos, estos espacios fueron gestionados por las mismas administraciones. Esto supuso la desaparición del tejido teatral privado en la mayor parte de las ciudades de tamaño medio, y la creación de diversas organizaciones que aglutinaban estos centros, como la Red Española de Teatros, Auditorios, Circuitos y Festivales de Titularidad Pública. Parte del dinero que las administraciones consiguieron con el boom del ladrillo fue utilizado en el mantenimiento de estas estructuras. Sin embargo, con el empeoramiento de la crisis, los gobiernos dejaron de pagar a sus proveedores, incluidas las compañías y artistas escénicos que habían contratado. Las giras por provincias, que antaño habían servido de tabla de salvación para actores y productores, se convirtieron en una actividad de riesgo.
Una vez construidos, estos espacios fueron gestionados por las mismas administraciones. Esto supuso la desaparición del tejido teatral privado en la mayor parte de las ciudades de tamaño medio, y la creación de diversas organizaciones que aglutinaban estos centros, como la Red Española de Teatros, Auditorios, Circuitos y Festivales de Titularidad Pública. Parte del dinero que las administraciones consiguieron con el boom del ladrillo fue utilizado en el mantenimiento de estas estructuras. Sin embargo, con el empeoramiento de la crisis, los gobiernos dejaron de pagar a sus proveedores, incluidas las compañías y artistas escénicos que habían contratado. Las giras por provincias, que antaño habían servido de tabla de salvación para actores y productores, se convirtieron en una actividad de riesgo.
Hace una semana, Del Arco denunciaba que la cultura se quedase fuera del plan del gobierno para agilizar los pagos a proveedores, al no incluirla en este colectivo. «Es lamentable que decidan que los de la cultura no somos proveedores. ¿Qué me diferencia a mí de alguien que ha puesto adoquines en una calzada?», se preguntaba el director de Veraneantes. «Ese concepto de la cultura es devastador. El momento brillante que vive el teatro es muy relativo y peligroso. Hay que cuidarlo. Si fueran listos, lo harían, pero no es así», se lamentaba a continuación Del Arco.
Pocas horas más tarde, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) del Ministerio de Cultura anunciaba que las empresas culturales se podrán acoger al Plan de Pago a Proveedores gracias a la inclusión de contratos de modalidad cultural, no prevista en la interpretación inicial del Fondo para la financiación de los pagos a proveedores.
Destinataria de gran parte de las críticas, la Red Española de Teatros, Auditorios, Circuitos y Festivales de titularidad pública presentó ayer un informe realizado para medir la eficacia de las redes y circuitos escénicos del país entre 2006 y 2010. En el informe -realizado a partir de los datos de las redes de Andalucía, Murcia, Aragón, Castilla y León, Diputación de Barcelona, Castilla-La Mancha, Comunidad de Madrid, Galicia, Tenerife y País Vasco- muestran claramente la caída de la inversión pública en los últimos años, sobre todo en el paso de 2009 a 2010. En este último año, la inversión de las 10 redes y circuitos analizados ascendió a 34 millones de euros.
Miguel del Arco le quita importancia al gesto del año pasado y prefiere centrarse en otras cuestiones, como que Veraneantes haya tenido que terminar su exitosa gira en mayo por falta de contratación. «He sido un bocas toda mi vida. Y si nunca me he callado, ahora que tengo un altavoz lo utilizo. No lo hago sólo por mí, sino por mi profesión. Estamos viviendo situaciones absurdas como adelantar los IVAs de algo que no hemos cobrado», denuncia. «Nosotros tenemos clarísimo que ésta es una profesión de largo recorrido, pero los políticos van y vienen. Me niego a que gente que no tiene ningún amor por mi profesión y que le da exactamente igual el teatro sea la que está marcando la política cultural de este país».
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