Carmen Riera en la RAE
La escritora Carme Riera fue elegida ayer nueva académica de la Lengua en tercera votación, cargo que será efectivo cuando lea el preceptivo discurso de ingreso. Novelista, ensayista, profesora, traductora al castellano de su propia obra, el lenguaje es el denominador común de su trabajo. Alguna vez lo ha dicho con claridad: «Las lenguas cuentan tanto de nosotros mismos... Se dice que son nuestra alma; yo creo que son nuestra piel, porque a través de ellas percibimos el mundo».
Carme Riera ocupará el sillón n, en el que se sentara hasta su fallecimiento el filólogo Valentín García Yebra. Su candidatura estuvo avalada por Carmen Iglesias, Pere Gimferrer y Álvaro Pombo. Ante la inevitable pregunta, dejó escapar una sonrisa antes de dar una respuesta igualmente inevitable y obvia. «Evidentemente, recibo con mucho gusto y mucha satisfacción este nombramiento».
Su presencia en la Real Academia viene a reforzar el (todavía escaso) número de mujeres en dicha institución, desequilibrio recurrentemente recordado. Cuando Carme Riera -que ayer se mostró contraria a las cuotas para favorecer la presencia de la mujer- tome posesión, habrá seis mujeres. Las otras cinco son Ana María Matute, Carmen Iglesias, Margarita Salas, Soledad Puértolas e Inés Fernández Ordóñez.
Por cierto, que sobre la reciente polémica acerca del presunto sexismo del lenguaje comúnmente empleado, Carme Riera afirma que el informe de la Academia «está muy bien hecho» y recuerda que la lengua «tiende siempre al principio de economía», por lo que la tesis de Ignacio Bosque le parece «muy correcta».
No le importa la distancia a Madrid para asistir a las reuniones académicas de los jueves. «En el AVE se viene muy rápido», advierte. Del avión ni hablamos. Al parecer, es el único lugar en el que ella, que se considera agnóstica, reza. Y, a cambio de esa distancia que no lo es tanto, le estimula la perspectiva de «aprender de tantos académicos sabios e ilustres» con los que compartirá esas reuniones.
Carme Riera es autora, entre otras, de las novelas En el último azul, La mitad del alma, El verano del inglés o la reciente Naturaleza casi muerta; y de ensayos como La Escuela de Barcelona o La obra poética de Carlos Barral.
Títulos que le han valido numerosos premios, como el Ramón Llull, el Josep Pla, el Sant Jordi, el Anagrama, el Nacional de narrativa española o el Nacional de literatura que concede la Generalitat catalana; aunque quizá -al menos del Ebro para abajo- no tantos lectores como merece. Hace unos años decía, con ese buen humor que debe empezar por uno mismo, que había venido «a no firmar» a la Feria del Libro de Madrid.
Salvo la sorpresa de que el sillón que ocupará Carme Riera hubiera quedado vacante (algo muy infrecuente cuando hay uno o dos candidatos), era seguro que el nuevo miembro de la Academia iba a ser mujer, por la misma razón por la que en la final de la Europa League habrá un equipo español (en la Champions se ha complicado la cosa). La otra candidata era la poeta malagueña María Victoria Atencia, que fue presentada por Soledad Puértolas, Luis María Anson e Inés Fernández Ordóñez.
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